22 de septiembre de 2017

Cada vez más grupos eligen entrenar en parques en vez del gimnasio

Entre registrados y en trámite ya hay 35, pero afirman que existen "muchísimos más" que funcionan de hecho y sin respetar los requisitos.

Cada vez más gente prefiere entrenar al aire libre en vez de hacerlo bajo techo en un gimnasio. En general se debe al tipo de actividad principal, el "running", que de hacerse puertas adentro sólo podría practicarse sobre cinta y en forma individual. Pero esa no es la única razón, ya que se suman motivaciones como el cambio de paisaje, mejores condiciones de oxigenación, la posibilidad de socializar y otras virtudes que ofrece el espacio público, sobre todo cuando es verde. Prueba de esa tendencia es que ya hay unos 25 grupos que corren y hacen gimnasia en parques registrados en la Municipalidad y otros 10 que tienen ese permiso en trámite. Según dicen los responsables de esos grupos, estrictamente sujetos a una serie de exigencias, existen "muchísimos más" que funcionan de hecho y sin apegarse a ninguna norma.

En la página web del municipio figura un listado de los "grupos de entrenamiento físico recreativo en espacios públicos" autorizados por la Subsecretaría de Recreación y Deportes, acorde a la ordenanza 9.290, del 2014 (ver recuadro). A ellos se suma otra decena que está tramitando el permiso. En total suman 35.

Se trata de grupos que trabajan en el espacio público supervisados por un profesor de educación física y cumpliendo requisitos ineludibles: cobertura de emergencia sanitaria, seguro de responsabilidad civil, botiquín de primeros auxilios y certificado médico obligatorio.

La mayoría de los grupos entrena tres veces por semana, pero los "profes" cuentan que muchos suman una cuarta jornada a su cargo los fines de semana.

Al menos en la lista oficial, los lugares elegidos como circuitos son los parques Independencia, Alem, Urquiza, España, Scalabrini Ortiz, Sunchales y de las Colectividades; distintos puntos de los barrios Fisherton, Aldea y Arroyito; Costa Alta; el Estadio Municipal y varias postas de la costa central. Todos sitios verdes y en la mayoría de los casos también con buen paisaje, por ejemplo gracias al río.

No es casual. La vista es una de las virtudes que se suma al deporte a la hora de optar por un entrenamiento al aire libre.

Según cuenta el coordinador de capacitación del Circuito Adidas, Bruno Colautti, la razón básica por la que surge la modalidad de entrenar en el espacio público es que para correr se necesita un lugar abierto (puertas adentro la única opción sería la cinta o "mil vueltas" al gimnasio), pero dista de ser la única.

También tallan la posibilidad de tener un "intercambio permanente de oxígeno y dióxido de carbono", la "distracción" del paisaje para amenizar un deporte que es cíclico, las "sensaciones" de libertad y aire en la cara, y en general el hecho de que hacer ejercicio afuera ayuda al "desestrés", un deseo que expresa cada vez más gente.

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"A partir de la formación de esos grupos tenemos un área de Deportes prácticamente a cargo de esta experiencia", afirma Ghiglione graficando el protagonismo que cobraron. Hace dos años, recuerda, tuvieron un "crecimiento exponencial"; luego se amesetaron. Pese a eso, otra decena de grupos hoy está tramitando su reconocimiento.

Ghiglione explica que los grupos suponen sí o sí la figura de "un profesor que aglutina gente en forma sistemática y paga" y que realiza "actividad funcional y aeróbica", ya sea caminatas o running (o trote).

También admite que es una actividad "muy difícil de fiscalizar", ya que los grupos que funcionan sin autorización pueden presentarse como simples grupos de amigos. "Pero si no tienen seguros o cobertura médica corren graves riesgos", advierte.

La cantidad de personas en cada grupo varía. En los que supervisa Colautti, se intenta

que no pasen de 25 por entrenador.

En cambio, con 17 años en el rubro, el responsable del grupo Sacchi, Pablo Caputi, dice haber llegado a entrenar hasta a 50 o 60 personas, aunque lo usual es no más de 30. El rango de edad va de 17 a 70, con un grueso de 35 a 45.

"Gente que ya tiene un trabajo, horarios organizados, un peso en el bolsillo y que puede sostener la actividad", describe. Y que busca apostar a la "salud física y mental", a "verse bien", a encontrar un lugar de "placer" y zafar del "estrés y la rutina".

"Cuando estás a cargo de un grupo tenés que ser un verdadero profesor de educación física, no un entrenador para alto rendimiento, sobre todo en un mundo tan competitivo", reflexiona Caputi. Porque es clave "que cada uno arranque como pueda y vaya avanzando a su ritmo".

"Es que buscamos que el grupo funcione como un hábito de vida saludable", dice Colautti, lo que significa entre otras cosas que se sostenga en el tiempo. Parece que ese objetivo se cumple: si hasta hace unos años sólo el 30 por ciento de la gente mantenía la actividad física todo el año y otro 70 "fluctuaba" (con picos de asistencia, por ejemplo, en primavera), ahora el porcentaje se ubica respectivamente en 60 y 40.

En cuanto al costo para participar de un grupo, oscila entre 400 y 550 pesos. Un poco menos que un gimnasio, porque obviamente los locales deben afrontar además un alquiler, impuestos, servicios, gastos de limpieza y compra de materiales.

Por eso, advierte Ghiglione, "no se permite que los gimnasios realicen actividades a la vez puertas adentro y puertas afuera", o que ofrezcan clases de zumba o spinning en el espacio público, excepto que se trate de una convocatoria eventual, como las de la Calle Recreativa.

"Parto"

El entrenador Pablo Caputi afirma que "es un verdadero parto la gente traiga el certificado médico" de aptitud física. El referente remarcó que pareciera que el tema no es una prioridad a la hora de concurrir a las clases. "En cambio, le pedís unas zapatillas de cinco mil pesos y al día siguiente te las traen", exagera el profesor.

Fuente: La Capital