11 de octubre de 2017

Ernesto Che Guevara, rosarino por casualidad

Rosario, la ciudad en la que nació el Che, lo considera una figura simbólica, más allá de sus ideas.

A finales de la década de 1920, la familia Guevara-De la Serna alternaba sus días entre Buenos Aires y Caraguatay, un pequeño poblado rural de la provincia de Misiones donde tenían una plantación de yerba mate. Los Guevara recorrían los más de 1.000 kilómetros que separan un lugar del otro a bordo de los vapores que por aquel entonces navegaban el río Paraná. En uno de esos viajes, en junio de 1928, el primer embarazo de mamá Celia se complicó a la altura de Rosarioy papá Ernesto tuvo que pedir prestada una casa en la esquina de Entre Ríos y Urquiza para atenderla. Allí nació Ernestito, a quién 30 años después el mundo llamó simplemente Che.
La familia tuvo al menos 12 domicilios en Argentina, pero Rosario siempre será la cuna del Che, aunque sea por unos pocos meses. En esa ciudad, Guevara tiene, entre muchos homenajes, un monumento y un centro de estudios latinoamericanos que lleva su nombre (CELChe) y que hasta hace algún tiempo fue dirigido por un medio hermano del revolucionario, Ramiro Guevara, el único de los ocho hijos de papá Ernesto que nació en Cuba y el único que aún vive en Rosario.

“Rosario es una ciudad muy particular y el rosarino está muy apegado a la figura del Che”, dice Ramiro, empleado en el ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe. No conserva ningún objeto de su hermano porque los donó a Cuba y al centro de estudios que funciona en un galpón recuperado por la comuna, a la vera del río. “La influencia del Che es muy grande en toda la familia en casi todos los aspectos. A los más grandes les cambió la vida completamente, incluso a mis viejos”, asegura.

“Yo nací y ya era el hermano del Che. Es una influencia permanente para mí, sobre todo porque nací en Cuba y su figura está presente en todo momento y en todo lugar. Mi viejo siempre nos recalcó que cada uno de nosotros tiene que hacer su vida porque es realmente difícil tener un hermano con esa importancia mundial. En términos generales ha sido increíble poder conocer aspectos de la vida del Che más íntimos, más familiares”, confiesa.

Su lugar en el CELChe lo ocupa ahora Juan José Noé, quien además es profesor de historia en la Universidad de Rosario. Los rosarinos, dice, “le dan mucha importancia al Che el sentido de que lo han incorporado a su vida y lo tienen como parte de la ciudad. Esa incorporación tiene que ver más con su condición de objeto de la cultura común y de amplia difusión”.

“Tal vez en Rosario nadie te vaya a discutir cómo pensaba, quizás muchos ni conozcan qué pensaba, pero sí de qué club de futbol era, por ejemplo. Está metido en la vida como un personaje de la ciudad, como puede suceder con el [historietista y escritor Roberto] Negro Fontanarrosa, de quien gran parte de su ideología también sería molesta para muchos que lo admiran”, agrega Noé. “Nuestra tarea tiene que ver con hacer pensar que el Che tenía una lucha y no era un tipo que se dedicó a salir en remeras”, afirma y corrige que la mirada del ciudadano local “más que naif es simbólica, porque lo recupera más como una celebridad que como un individuo con una carga ideológica pesada”.

No todos los rosarinos quieren a Guevara. Fundación Bases junta, desde principios de abril, firmas para remover el monumento en su honor instalado en una plaza que también lleva su nombre, para el que fueron fundidas 75.000 llaves donadas por la gente. Franco López, su director ejecutivo, cuenta que recolectaron 15.000 apoyos a la propuesta de retirarlo y opinó que “a la mayor parte de la gente de Rosario le resulta indiferente la figura de Guevara, aunque hay un grupo menor que lo tiene de ídolo sin mayor argumento”.

“Cuando largamos la campaña pensé que iba a ser terriblemente controvertida, porque la perspectiva es que la gente lo tiene idealizado. Pero encontramos una respuesta muy distinta a la que esperábamos, porque tuvo poca reacción en la gente que lo defiende”, manifestó y argumentó: “Guevara simplemente nació en Rosario y automáticamente se fue de la ciudad. Nos parece que es una figura controvertida y que ha tenido un pasado de asesino, reconocido por él mismo contra su propio pueblo luego de la revolución”.

El viernes 18 de agosto de 1961, el entonces ministro de Industrias del gobierno socialista de Cuba, Ernesto Che Guevara, visitó en secreto y por última vez Argentina para entrevistarse con el presidente Arturo Frondizi por espacio de tres horas y 15 minutos. La reunión fue en Buenos Aires, el lugar donde tendría que haber nacido, 33 años atrás. Pero en medio de la conversación, Guevara tuvo tiempo para comer un bife y preguntar por su querido club de fútbol, Rosario Central, como cualquier rosarino que se precie de tal.

Fuente: El País