27 de noviembre de 2017

“No podemos explicar todo con matemática”

A Isolda Cardoso la matemática le salía fácil. Casi no estudiaba antes de las pruebas en el Superior de Comercio. Conocía los truquitos y pensó que la licenciatura en la universidad iba a ser igual. Mientras la cursaba cayó en la cuenta que no entendía y le gustó. Cuando descubrió la lógica quiso saber qué había detrás de otros trucos.

Cardoso consiguió el diploma en 2008, empezó a dar clases y pudo cubrir los gastos con tres becas nacionales. En 2012 terminó el doctorado en Rosario. Investigó sobre las ecuaciones que traducen el movimiento de una llama o un resorte y en 2016 le propuso a Conicet mejorar el reconocimiento de imágenes que, entre otros usos, ayuda a identificar células infectadas en pacientes. Aprobó, pero el recorte del presupuesto de Ciencia la dejó afuera de la carrera de investigador junto a 500 científicos. Nación les propuso pasar a las universidades a dar clases por dos años y poder concursar por el cargo. A Cardoso le gusta dar clases, pero no quiere estar obligada.

Ella disfruta trabajar en equipo porque muchas veces los problemas necesitan más ojos sobre el papel. Sigue de cerca a Terrence Tao, un matemático australiano, y a otros youtubers al estilo Adrián Paenza porque le suma al vértigo de la profesión. Después de miles de problemas resueltos la doctora en matemática admite que si la corren un poco de su especialidad vuelve a sentirse en el primer año de la licenciatura: no entiende nada y le gusta.

“No podemos entender todo con las matemáticas. Es una mentira, pero podemos intentar resolver los problemas que tenemos y siguen apareciendo”, dice Isolda. La mujer especializada en análisis real y armónico luchó por entrar como investigadora a Conicet y sabe que no será fácil conseguir un cargo en la universidad. “Es frustrante porque habíamos entrado y ahora nadie nos asegura que en dos años quedemos en el concurso del cargo”, cuenta.

Cardoso es una de los 160 egresados de la historia de licenciatura de matemática que en 2017 cumple 50 años de vida en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En la última década la carrera dio 16 doctores en matemática y 11 profesionales más lo cursan. Publicaron más de 300 papers en revistas internacionales y 500 trabajos en congresos.

“Hubo un aumento en la matrícula atado a las políticas de becas del Conicet antes de la llegada del nuevo gobierno. Muchos años atrás un graduado se iba a hacer el postgrado afuera y terminaba trabajando en el exterior. En la última década se quedaban acá para hacer el posgrado y el doctorado. No se qué va a pasar ahora”, dijo la directora de la Escuela de Matemáticas, Gabriela Reyero a El Ciudadano.

La licenciatura es de las menos populosas de la UNR. Cada año entre 30 y 40 estudiantes entran a los salones de la facultad en Pellegrini y Colón, y a mitad de año la mitad deja. El desarraigo y la brecha entre la matemática de secundaria y la universitaria da como resultado que haya 4 o 5 graduados por ciclo lectivo. El tercer año es el más difícil porque la matemática se vuelve aún más abstracta. Para remediarlo en 2018 presentarán un nuevo plan de estudio, el sexto en la historia de la carrera, y unificarán el cursado con la licenciatura de física y generarán un 1er. año de adaptación.

La escuela tiene 70 docentes que enseñan en todas las carreras técnicas de la UNR. También capacitan a chicos desde 4º de escuelas primarias en adelante para competir en las olimpiadas matemáticas.

A Gabriela Reyero, directora de la escuela, también le gustaba la matemática cuando era chica. Sus padres le dijeron que tenía que ser contadora. Mientras cursaba para serlo se enteró de que existía una licenciatura de matemática. Para Reyero la profesión es como viajar en auto por rutas siempre distintas. “Sabemos cómo manejar, poner primera, frenar, pero tenemos que sortear el camino en cada problema. Es siempre nuevo”, dice Reyero y hace hincapié en que son pocos los matemáticos encerrados. “La mayoría de las veces trabajamos con físicos y otras disciplinas. La matemática es discutir y cooperar”, cuenta.

“La matemática es la reina y la esclava de todas las ciencias. No da fruto de inmediato y es la base de todas las disciplinas”, cuenta Reyero. La directora habla de cómo los estudios de matemática en el periodo de entre guerras fue la base de internet o cómo una investigación en números llevó a la creación del tomógrafo. “Los beneficios no son inmediatos y el daño en descontinuar la inversión tampoco lo podemos medir”, dice.

 

Fuente: El Ciudadano