24 de abril de 2018
Abrió en Rosario el primer bar inclusivo que contrata a personas con discapacidad
Un rosarino y un mexicano se asociaron para el emprendimiento que se inauguró el viernes en España 298.
Un rosarino y un mexicano se asociaron para abrir un restaurante que tiene como base la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual. Se trata del restó bar "Tango Azteca" que el viernes inauguró en España 298.
Desde el arranque incluyeron a María Emilia "Mimi" Capriotti, una joven con síndrome de down que trabaja como moza. "Ella es nuestra primera guerrera en el mundo gastronómico que tiene fe y confía en nuestra empresa", contaron orgullosos Erwing Iturbe Orbe y Marcelo Sulichin los fundadores del emprendimiento.
Ambos diseñaron juntos este negocio basado en la inclusión y hasta sueñan con replicarlo en otras ciudades. "Buscamos demostrar que con un modelo diferente de incluir a la gente que está fuera del sistema formal, se puede montar un negocio rentable", contó Marcelo a La Capital.
La idea de trabajar con personas con discapacidad surgió por una situación familiar que reveló Erwing. "Tengo una hermana de 32 años con síndrome de down y veo que en la edad adulta es difícil incluir a los jóvenes con discapacidad intelectual, entonces como hermano decidí abrir un emprendimiento que tenga este modelo como base, que sea inclusivo, y que pueda ser ejemplo para los demás".
En ese sentido, contó que desde el arranque sumaron a María Emilia pero que de a poco van a incorporar más. "Vamos desarrollando habilidades y destrezas para que vayan funcionando mejor en la rama que estén asignados en el resto bar. Ahora contratamos a unos chicos para el servicio de catering, y también a Mimi que trabaja part time y lo hace a la par".
Marcelo, que era el profesor de Erwing en el Posgrado de Turismo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) recordó los inicios cuando incursionaron en la capacitación para jóvenes con discapacidades. "Era docente de él, captamos onda y me preguntó si me animaba a dictar capacitaciones, así que me atreví, y terminamos haciendo tres cursos que salieron muy bien para quienes quisieran ser mozos o cocineros".
"De ahí surgió la necesidad de incluir a jóvenes en el ámbito laboral. Primero hicimos un programa de inclusión junto a la Asociación Gastronómica Hotelera (Ahegar) en muchos restaurantes de Rosario, pero no tuvo éxito, hubo problemas de comunicación, no funcionó", lamentó.
Sin embargo eso los incentivó a buscar otra vuelta al asunto y junto a un grupo de padres de Asociación Padres por la Igualdad Rosario (Applir) continuaron con las innovaciones. "Se decidió abrir un catering para que tuvieran salida laboral que anduvo muy bien", agregó.