11 de mayo de 2018

Hace 205 años, tres antes de la independencia, Argentina tuvo su Himno Nacional

Un 11 de mayo la Asamblea del Año XIII sancionó como Himno Nacional Argentino la canción patriótica compuesta con versos de Vicente López y Planes y música de Blas Parera.

Los teatros, los boliches, las calles, fueron muchas veces fuentes de inspiración para el origen de grandes circunstancias de la historia de la humanidad y así fue como el presidente argentino Marcelo T. de Alvear se enamoró de su futura esposa, la cantante de ópera portuguesa Regina Pacini escuchándola en un coliseo parisino; la parisina Edith Piaf, que recogía monedas en las calles donde cantaba fue promovida por el dueño de un bar; o la cabo verdiana Cesária Évora fue descubierta en un bodegón de Praia por un turista que la llevó a Europa; el Himno Nacional Argentino nació hace 205 años en circunstancias parecidas.

Era la noche previa a cumplirse dos años de la Revolución del 25 de Mayo de 1810 y en el teatro porteño “Casa de Comedia”, se presentó, precisamente, una obra titulada “El 25 de Mayo” que contaba como cierre de la misma una suerte de himno coreado por los actores y cuya música había sido compuesta por el catalán, aunque nacido en Murcia, Blas Parera.
Uno de los asistentes era un señor porteño, décadas más tarde efímero presidente de la Argentina, llamado Vicente López y Planes.

Impactado por la obra, cuando regresó a su hogar se decidió a escribir su propia versión de una canción patriótica y esa misma noche comenzó su tarea que rápidamente concluyera de manera que unos meses más tarde, el 11 de mayo de 1813 la Asamblea General Constituyente del Año XIII aprobó su texto, lo denominó “Marcha Patriótica” y encargó la música al mismo Blas Parera quién tardó solo una noche en componer la partitura.

La Argentina no había declarado aún su Independencia formal de acuerdo con lo establecido en el Cabildo Abierto del 25 de Mayo de 1810, pero ya la ejercía en los hechos y así es como tuvo su himno tres años y dos meses antes de que el Congreso de Tucumán diese el paso definitivo en la materia.

El Himno, con el tiempo, pasó a ser uno de los cuatro símbolos oficiales identificatorios del país junto con la bandera, la escarapela y el escudo. Tras haber tenido algunas reformas como la que en 1924, durante la presidencia del referido Alvear, la letra cantada se redujo de unos 20 minutos a algo menos de cuatro en tanto que su denominación pasó de “Marcha Patriótica” a “Canción Patriótica Nacional” y a “Canción Patriótica” hasta que en 1847, en tiempos de la gobernación de Juan Manuel de Rosas, apareció publicado como “Himno Nacional Argentino” y así se mantuvo desde entonces.

Por el Decreto 10.302 del 24 de abril de 1944 el presidente Edelmiro Farrell estableció la forma definitiva de su texto y de su ejecución musical que se ha mantenido a lo largo de los 74 años transcurridos desde entonces.

Aunque en la noche en la que se desató la decisión de Vicente López y Planes de escribir la letra se ofreció al público una obra referida al proceso independentista en marcha ya el Primer Triunvirato el 22 de julio de 1812 se había dirigido al Cabildo de Buenos Aires sugiriéndole la necesidad de contar con “la marcha de la patria” que debía ser ejecutada al comenzar todos los espectáculos teatrales teniendo el público que permanecer de pie y con la cabeza descubierta y otro tanto debía hacerse en las escuelas al concluir cada jornada. Fue Mariquita Sánchez de Thompson la encargada de entonar por primera vez el himno ya que fue presentado en su propia casa el 14 de mayo de 1813 para luego hacerse oficialmente el mismo 25 en tanto que el 28 se interpretó durante una función patriótica desarrollada en una sala teatral.

Con el correr del tiempo tanto el texto como la música recibieron cambios que se debieron, fundamentalmente, a presiones externas desde el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda para suavizar o eliminar párrafos anti españoles ya que el Reino Unido y España eran aliados contra Francia gobernada por Napoleón Bonaparte y por ello el embajador británico lord Strangford advirtió a las autoridades argentinas sobre “lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura”.

En el caso de la música la corrección fue más tardía y estuvo a cargo del músico Juan Pedro Esnaola en 1860 en circunstancias en que la provincia de Buenos Aires se encontraba separada del resto del territorio nacional.

La última reforma se debió al presidente Julio Argentino Roca quién mediante un decreto del 30 de marzo de 1900 determinó que “sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta:

Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813.”

A raíz de ello se eliminaron las partes que del texto original sobre “los bravos que unidos juraron su feliz libertad sostener; a esos tigres ardientes de sangre fuertes pechos sabrán oponer” y la que recordaba que “Son letreros eternos que dicen que aquí el brazo argentino triunfó: aquí el fiero opresor de la patria su cerviz orgullosa dobló”.

(*) Historiador. Periodista de la Agencia Télam.

HIMNO NACIONAL ARGENTINO (ORIGINAL DE 1813)

¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:
¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.

De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.

Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.

¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?

A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.

El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.

San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.

La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.

Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!

 

Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
(Se canta después de cada estrofa)

Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera

 

Fuente: Conclusión