12 de junio de 2018

Anécdotas y recuerdos en busca de los rastros rosarinos del Che

En un reciente libro publicado por Homo Sapiens, Chegasé, Fabián Bazán bucea en las raíces del mito.

El Che al entrar en la Habana el 8 de enero de 1959; el Che que mira el futuro desde un palco en Cuba en 1960; el Che como obra de arte del irlandés Jim Fitzpatrick; el Che intervenido por Andy Warhol; el Che en galerías de arte de París; el Che bandera roja; el Che sobre las paredes estampado en color negro, y Ernesto Guevara en 1936 en bicicleta por una calle cualquiera de Rosario, a sus ocho años. También en otra foto en la ciudad donde nació, pero a sus 17 años y junto con amigos en el parque Independencia, y a medio camino en un viaje a Córdoba. Hasta llegar a Ernesto o Ernestito, en la puerta de la residencia de la familia Baraldi en bulevar Oroño. En esa casa fue feliz y hasta tuvo amores adolescentes, tal vez platónicos. El Che ―siempre misterio― vuelve a ser develado por el libro de otro rosarino y fanático de Central, por un auténtico canaya: Fabián Bazán, quien lo siguió entre archivos familiares y biografías en su largo paso por una ciudad a la que nunca olvidó.

Ernesto Guevara nació en Rosario, todos lo saben. Lo que se ignoraba es que mantuvo una relación de profundo amor con esta ciudad en su primera juventud. Pasó muchas veces por aquí en sus viajes y durmió en casa de amigos. Tuvo en la ciudad febril y ferroviaria de mediados del siglo veinte habitada por no más de 400 mil personas aventuras y muchos amigos. Pocos saben que sufrió con Central y que si estaba ocasionalmente en Rosario o pasaba por la ciudad llevaba a sus hermanos a la cancha.

Lo único seguro es que era rosarino. Pero no se sabe en qué departamento del edificio de Urquiza y Entre Ríos nació, ni cómo su familia llegó allí. Y como todo misterio y laberinto histórico tiene sus guías, de los destinos de Ernesto en su ciudad se encargó Bazán, fanático del fútbol. De puro centralista decidió volver sobre los pasos de Ernesto y su mito, y trepar los muros de ese "Che", el mito revolucionario de la utopía sin tiempo.

El libro de Bazán se llama Chegasé. La desconocida relación de Ernesto Guevara con Rosario y de la ciudad con el Che. Son 270 páginas en las que entre fotos, recuerdos de cariño, cuadernos con tapas pintadas y cartas nunca enviadas, se comprueba sin más ciencia que documentos de primera mano que Ernesto Guevara fue rosarino hasta su muerte y recordó de manera exacta direcciones tatuadas en sus ojos.

Cuenta Bazán: "Todo comenzó una noche en la que estaba cenando con un amigo y me contó que el Che vino muchas veces a Rosario, que no sólo había nacido acá, que tuvo una especie de amigovia ―estamos hablando de los años 40― y cuando partió hacia el viaje memorable que se reflejó en la película Diarios de motocicleta pasó por Rosario con la Norton 500, la poderosa, y durmió en la casa de «los Baraldi», una familia encabezada por Alberto Baraldi, conocido médico de la época".

Para llegar al Che, mito eterno, Bazán recorrió bibliotecas y librerías de viejo y de nuevo, y compró todas las biografías que encontró, hasta las más desconocidas y de "dudosas ediciones".

"Se dijeron muchas cosas, en algunas biografías hay fotos falsas de la familia Guevara Lynch en un edificio y en un parque y de esa forma justificar que nació en Rosario. Otro historiador sostiene que los padres venían en un barco y que la madre tuvo contracciones, ante esto bajaron en Rosario y Clelia parió acá, para luego seguir en el mismo barco a Buenos Aires. Por el lado de los periodistas también hay versiones contradictorias: un norteamericano hizo una biografía en que le erra a la fecha del casamiento de los padres y también en la fecha del nacimiento del Che", asegura Bazán.

"No hay verdades reveladas, lo más probable es que haya nacido el 14 de mayo de 1928 en un departamento de Entre Ríos y Urquiza. El problema es que Ernesto Guevara Lynch, su padre, cada vez que contó a la prensa y a los amigos o a quien quisiera escucharlo sobre el nacimiento de Ernesto dio una versión sobre su vida distinta a la anterior, el tema era que la anterior también había sido contada por él y eso creó confusiones y contradicciones en cada versión", agrega. 

La primera parte del libro ―documentada puntualmente-― intenta responder las dudas que el mito plantea: ¿nació aquí? ; ¿por qué la partida de nacimiento tiene errores administrativos?; ¿es verdad que un taxista anarquista lo llevó hasta el sanatorio?; ¿quién era la mujer que lo hizo volver una y otra vez a la ciudad?; ¿por qué Rosario lo olvidó durante años y luego lo rescató?; ¿cómo se hizo hincha de Central? Bazán sabe de que se trata hacer un libro: "El libro tiene la desmesura de la hinchada de Central", cuenta, con inocultable orgullo canalla.
Cada pregunta tiene la versión que Bazán halló. La historia de Guevara y el fútbol es tan apasionante y cotidiana como caprichosa. Se la contó al autor el mismo Martín Guevara, hermano del Che, pero antes el mismo hombre se lo había contado a un ex dirigente de Rosario Central, Rubén Pitu Fernández.╠

El Pitu le contó a Bazán que Martín Guevara, en una visita a Rosario, le dijo: "¡Cómo me rompía las bolas mi hermano con Central! Cuando veníamos a Rosario, si se podía, enfilábamos a ver a Central y cuando las fechas eran en Buenos Aires, Ernesto me llevaba a la cancha". Este comentario al pasar asombró al Pitu: "¿En serio me decís?". "Sí, mi hermano Roberto, el mayor, era de Boca, y Ernesto me jodía para que yo fuera de Central. Cuando yo tenía cinco años y de pasada para Córdoba con los viejos, recuerdo más de una vez hacer escala en Rosario para ir a la cancha. Según Martín, "la pelea entre hermanos era entre Boca y Central, y tanto fue el lío que las aguas se dividieron en casa".
Todo libro biográfico comienza con una hipótesis de trabajo y testimonios que cuentan una historia, que no es necesario que sea la principal. En en este caso el hombre que conoce en profundidad al Che en Rosario es Norberto Champa Galiotti, para Bazán su "guía", que casualmente no conocía la historia de Ernesto y sus amores en la ciudad donde nació.╠

"Me encontré con que cada vez que no hay certezas cada autor toma una teoría y sobre esas líneas suma su nuevo aporte, sin importar si son ciertas o no. No hay ninguna verdad revelada sobre el Che en Rosario. No existe la partida de nacimiento de un hospital, es más, en esos años no se pedía el nacido vivo. El acta de nacimiento fue el 14 de mayo, esa es la oficial, este documento está bajo mil llaves en el Registro Civil. No existe el acta en ningún hospital y algunos hablan de archivos quemados, no se sabe en qué hospital nació. Parece increíble pero la memoria sobre Guevara en Rosario es oral".╠

Bazán no se detiene: "Busqué los propietarios de los departamentos en que nació Ernesto Guevara en distintos archivos y hasta en unos avisos publicados en La Capital y no existió ningún dueño ligado a la familia Guevara de la Serna en esos edificios. La inscripción de su nacimiento también es graciosa. Quien sale de testigo es el primo del padre de Ernesto, Raúl Lynch, y este hombre da como domicilio el edificio de Entre Ríos y Urquiza, Según Martín Guevara ese departamento podría haber sido un bulo de su tío Raúl Lynch. No hay certezas de casi nada sobre el Che".╠
Se sabe, porque lo contó la protagonista, que un verano en Mar del Plata, en la exclusiva Playa Grande de los años 40, la familia Guevara Lynch alquiló una carpa y enfrente, junto a una amiga porteña, estaba Clemencia Baraldi, Clemita para todos. Ella tenía 19 años y Ernesto, 15. Según Susana Rouillón, cuñada de Clemita, "hablaban de Freud, de Mallarmé, de Faulkner, el Che le hizo conocer a Freud".

Hay una anécdota maravillosa contada por el autor: "Pasaron quince años, el Che era ya ministro de Industria de Cuba y le manda una postal a Clemencia. Él estaba en la Universidad de Moscú y le escribe "Hoy me acordé de ti por aquella vieja discusión que tuvimos sobre la educación en los países socialistas, besos para todos, Che". Lo llamativo es que la dirección estaba escrita de puño y letra por él: se acordaba perfectamente de la ubicación de la casa de bulevar Oroño 1165, actual edificio Kennedy, luego de15 años de no verse con Clemita".

Bazán desmenuza los viajes de Ernesto a Rosario entre 1943 y 1948 y dibuja los días de esa ciudad tan lejana. "Quien vino con el Che fue su amigo Alberto Granados y también Tomás Granados, su hermano, que en una entrevista contó que «en uno de los viajes de regreso a Buenos Aires desde Córdoba lo acompañé, nos fuimos a dedo hasta Rosario. Dormimos en la casa de un médico_ Baraldi. Nos acogieron muy bien y al otro día nos fuimos»", escribe Bazán, tomando como base entrevistas y biografías dispersas.╠

Entre esas notas se destaca una en particular: "Es una entrevista que hace muchos años Carolina Monje y Cecilia Vallina le hicieron a Clemencia Baraldi para la revista Vasto Mundo en diciembre de 1997. Muestra a un Che distinto, pero esa edición no se consigue más y tampoco fue citada jamás esa entrevista en ninguna biografía ni nota posterior. Allí me di cuenta de que había bastante más material sobre Rosario y el Che", dice el autor. La entrevista se reproduce y se cruzan esos datos con otras, en las que el Che no es visitante ilustre sino un "invitado bastante desaliñado".╠
Y Ernesto deja de ser Ernesto para ser el "Che" Guevara. ¿Cómo cambió su imagen? Su estatura histórica se fusionó en la relación del mito con su ciudad, hasta llegar a convertirse literalmente en una estatua y tener plazas, centros culturales, íconos oficiales y ONG's que llevan su nombre.╠

Bazán hace un análisis sobre esa figura cambiante: "Al Che lo analizaron los diarios locales. Primero, cuando fue un héroe de la Revolución Cubana, lo subieron a un pedestal casi a la altura de San Martín y luego lo destrozaron al llamarlo el guerrillero para después ignorarlo largo tiempo. Con los años se recuperó su figura para la ciudad a través de poetas, escritores y músicos. Hasta que finalmente se llega a los festejos de los 80 años del nacimiento, que es la apropiación de la ciudad de la figura del Che", sostiene Bazán. En este junio de 2018 ya se conmemoran los 90 años de su nacimiento en ese edificio de Entre Ríos y Urquiza, en algún departamento incierto, según devela el libro. La historia del departamento es otra y se tiñe de intereses económicos personales. En la actualidad no está abierto al público. El universo de medios cambió en el siglo XXI, pero desde mediados y hasta finales del siglo anterior en Rosario se imponía un ícono, La Capital: "En esto toma mucha relevancia La Capital porque es el portavoz y espejo de la clase media. El Che fue ninguneado durante largo tiempo hasta que en el mismo diario comenzaron a aparecer notas de Gary Vila Ortiz, de Reynaldo Sietecase, del Negro Rafael Ielpi. Son climas de época. Durante toda la década del 70 el Che no aparecía ni en las efemérides. El clima de época domina toda la situación, como domina hoy".

En la reivindicación final de Guevara se sucedieron distintos hechos notables. La secretaría de cultura de la comisión directiva de Central organizó en 1997 un viaje a La Habana, y en uno de los actos en los que fueron recibidos por funcionarios de primera línea del gobierno cubano miembros de la Ocal, una organización canaya, se improvisó una marcha bajo la consigna : "El Che es de Central".
El municipio festejó sus ochenta años y la ciudad reconoció a su hombre. En Chegasé aparece un Ernesto adolescente y trotamundos, un "Che" militante y memorioso, una estatua en una plaza, poemas dedicados por autores como Vila Ortiz, Reynaldo Uribe y Ielpi y fotos, el último registro de una vida que hace ya mucho ingresó en el sagrado territorio del mito.

 

Fuente: La Capital