14 de junio de 2018

De Rosario a Brest: descubrí las ciudades natales de los cracks de la selección

Las cunas de los jugadores que nos representan hoy en Rusia tienen muchas razones para ser exploradas: desde la monumental y polifacética Rosario, Mercedes y sus célebres salames, Puerto Madryn y su fauna marina y la premeditada La Plata, hasta la glamorosa Brest, en la Bretaña francesa.

Rosario

(Messi, Di María, Banega, Lo Celso, Ansaldi y Guzmán)

 

 
Nuevos edificios en la zona emergente de Puerto Norte.
Nuevos edificios en la zona emergente de Puerto Norte. Fuente: Lugares - Crédito: Juana Mauri

 

El río Paraná bordea la ciudad desde el Parque Urquiza -en pleno centro- hasta el Puente Rosario-Victoria. Es un paseo costero de unos 15 km, con un parque tras otro, que remata en una rambla con playas de arena fina.

El Parque de España es uno de los rincones costeros favoritos de los rosarinos: decenas de corredores suben y bajan las interminables escaleras de su Centro Cultural, otros tantos skaters hacen piruetas en el Paseo de la Diversidad, varias parejas se sientan en la Plaza Guernica a contemplar el río. Hacia el norte, en los viejos andenes de una estación de tren olvidada, se montó La Isla de los Inventos, un espacio de juego creativo para chicos que forma parte del Tríptico de la Infancia, un proyecto urbano de la municipalidad rosarina.

También mirando al norte, comienza el Parque de las Colectividades -a la altura de calle España-, justo donde se concentran varios bares y restaurantes ribereños que ya son clásicos del after office. El Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO), reconocible por sus altivos cilindros coloridos (eran los antiguos Silos Davis), está al final de este parque, en el cruce del río con Boulevard Oroño. El museo y su bar, de cara al río, son dos imprescindibles en cualquier visita a la ciudad.

 

 
Monumento Nacional a la Bandera.
Monumento Nacional a la Bandera. Fuente: Lugares - Crédito: Juana Mauri

 

Pichincha, un antiguo barrio de prostíbulos, dejó atrás su pasado de zona roja, pero conserva rastros de su patrimonio histórico: casas Art Noveau de principios del siglo XX y el recuerdo de unos pocos edificios emblemáticos. Hace unos años comenzó a constituirse como el nuevo polo gastronómico y cultural de la ciudad.

 

 
Cúpulas rosarinas: la Bolsa de Comercio, el hotel Palace, La Inmobiliaria y La Agrícola, en la esquina de Córdoba y Corrientes.
Cúpulas rosarinas: la Bolsa de Comercio, el hotel Palace, La Inmobiliaria y La Agrícola, en la esquina de Córdoba y Corrientes. Fuente: Lugares - Crédito: Juana Mauri

 

Rosario es una ciudad para caminar mirando para arriba. Sería una picardía perderse las cúpulas de las mansiones de principios del siglo XIX o las expresivas esculturas que coronan varios palacios Art Decó. Un itinerario imperdible es el que tiene como eje a la calle Córdoba, que atraviesa la ciudad desde el río hacia el oeste. Otra caminata para recomendar es por el Boulevard Oroño, desde Pellegrini hasta el río, con una sucesión de plazoletas repletas de palmeras altísimas y, a ambos costados, mansiones y residencias convertidas en elegantes negocios.

Mercedes

(Lucas Biglia)

No sólo es célebre por sus salames quinteros. A sólo 100 km de Capital Federal, por la ruta 5, lo primero que impacta es su enorme basílica, el extenso Parque Independencia y la decena de boliches o pulperías que pululan por ahí.

La ciudad está rodeada por quintas que producen miel y hortalizas, cultivos de arándanos y campos de invernada. Los industriosos quinteros italianos que recalaron en este pago a mediados del siglo XIX generaron la gran tradición de la región: la de la factura de cerdo casero, a partir de la cual nació un orgullo mercedino, la Fiesta Nacional del Salame Quintero.

 

 
Pulpería de Cacho di Catarina, una reliquia mercedina.
Pulpería de Cacho di Catarina, una reliquia mercedina. Fuente: Lugares

 

La Basílica Nuestra Señora de las Mercedes, de estilo neogótico, que conserva la imagen de la patrona de la ciudad, fue inaugurada en 1921 y, desde 1934, es Catedral gracias a una bula de Pío XI. Es la punta de un puñado de iglesias dignas de visitar.

Un circuito menos sacrosanto es el de las pulperías y almacenes de campo, establecimientos que en su mayoría se mantienen fieles a su edificación original. Una de las más pintorescas es la Pulpería de Cacho Di Catarina, en cuyo mostrador se supo acodar el mismísimo gaucho Juan Moreira.

Puerto Madryn

(Gabriel Mercado)

Playas bañadas por aguas turquesas, fauna marina y té gales son las contraseñas de una región que tiene como epicentro a esta ciudad chubutense donde nació otro de los muchachos que promete en este Mundial, Gabriel Mercado.

 

 
Lobos marinos en la reserva de Punta Loma.
Lobos marinos en la reserva de Punta Loma. Fuente: Lugares - Crédito: Josefina Nicolini

 

Incluso cuando no es temporada de ballenas (se acercan a las playas en junio y se las puede avistar hasta octubre, inclusive), invita a destinarle un día completo para disfrutar de sus playas de arenas claras, las colonias de cormoranes y de lobos marinos de un pelo en la reserva de Punta Loma, descubrir los misterios de la vida en el océano con una visita al Ecocentro (que promueve el conocimiento y la protección del mar a través de educación ambiental, investigación científica y expresiones artísticas) y dar un paseo en el catamarán Regina Australe.

La ciudad está sobre el Golfo Nuevo y tiene una costanera generosa; es perfecta para un paseo urbano relajado en la que no faltan restaurantes y bares que dan al mar. Pasando el Golfo Nuevo, 15 km hacia el norte, está El Doradillo, un punto agreste y solitario para ver desde la playa nadar a las ballenas en serena libertad. Es importante averiguar a qué hora es la marea alta porque es el mejor momento para contemplar a estos magníficos cetáceos, ya que es cuando más cerca de la orilla nadan.

 

 
El show de las ballenas en Península Valdés.
El show de las ballenas en Península Valdés. Fuente: Lugares - Crédito: Josefina Nicolini

 

Claro que también están los más de 300 km del circuito completo de la Península Valdés (a 95 km por la RP2), que bien merecen un par de días para poder disfrutar de Puerto Pirámides, Punta Delgada -donde hay una colonia de elefantes marinos, al igual que en Caleta Valdés-, Isla de los Pájaros, las playas Villarino y Larralde, y Punta Pardelas, otro dominio de ballenas.

La Plata

(Marcos Rojo)

El defensor del Manchester United nació hace 28 años en la ciudad de las diagonales. Sin dudas, la felicidad platense confluye en el Paseo del Bosque. En las 70 hectáreas que alguna vez ocupó la estancia de la familia Pereyra Iraola, el fundador Dardo Rocha ordenó plantar robles y eucaliptos, trazó caminos, agregó fuentes y fijó el punto de partida en la Avenida 1, punta pie inicial a una enumeración de calles casi obsesiva. El Bosque convoca a runners y familias todos los días, y los fines de semana está copado por el fútbol con la belicosa presencia de los estadios de Gimnasia y Estudiantes.

El Museo de Ciencias Naturales de La Plata fue proyectado para impresionar, y es exactamente lo que hace. Después de las escaleras flanqueadas por estatuas de tigres dientes de sable, el busto del perito Francisco Moreno -fundador en 1884 con su colección privada- aparece en el hall central para dar la bienvenida. Con una colección que supera los 3,5 millones de objetos, las 20 salas proponen un recorrido ambicioso, desde el origen del Universo hasta la actualidad.

 

 
Un pulpo expuesto en las alturas del Museo de La Plata.
Un pulpo expuesto en las alturas del Museo de La Plata. Fuente: Lugares - Crédito: Guillermo Llamos

 

La plaza Moreno es el centro geométrico del cuadrado que imaginaron como ciudad el propio Rocha y el arquitecto Pedro Benoit, el punto ineludible para entender la escala demencial de la Catedral inaugurada en 1932, que alcanza los 97 metros de altura. En la esquina de 1 y 53, el faro urbano construido para verse desde el río funciona como punto de peregrinación de visitantes y locales. Por dentro, el edificio se confirma como el apuntalamiento de un orgullo.

La Casa Curutchet es la única vivienda que construyó en América Le Corbusier, el arquitecto más influyente del siglo XX. En 1948 el cirujano Pedro Curutchet decidió escribirle una carta confesando su deseo: una casa para él, su esposa y sus hijas, donde también se levantaría un consultorio. Más allá de satisfacer al cliente, la casa debía representar los cinco puntos del manifiesto del suizo -elevación sobre pilotes, planta y fachada libre, ventana horizontal y terraza jardín- y su sistema de medidas "Modulor", basado en la altura del hombre, por el cual todas las habitaciones llegarían a los 2,26 metros. Le Corbusier buscaba responder a las nuevas formas de habitar en el siglo XX y la Casa Curutchet cumpliría con todos los requisitos.

 

 
La Casa Curutchet, proyectada por Le Corbusier.
La Casa Curutchet, proyectada por Le Corbusier. Fuente: Lugares - Crédito: Guillermo Llamos

 

La ciudad que hizo realidad los sueños de científicos y arquitectos tampoco se olvidó de los chicos. Construida sobre los privilegios antiguos del Swift Golf Club, la República de los Niños tiene, desde 1951, la misión de entretener e inculcar valores democráticos. Una de las mejores ideas del peronismo -la educación cívica en tres dimensiones- se corporiza en 53 hectáreas sobre las que se impone la Casa de Gobierno, que por fuera parece el castillo de Walt Disney y, por dentro, las oficinas administrativas de una nación de talla pequeña.

Brest, Francia

(Gonzalo Higuaín)

Aunque defiende la celeste y blanca, el Pipita tiene pasaporte y charme francés. Le tocó nacer en 1987 en la ciudad de Brest, del departamento de Finisterre, en la península de Bretaña. En aquel momento, su padre, el ex futbolista Jorge Higuían, jugaba como defensor en el Stade Brestois 29.

 

 
El puerto y el castillo de Brest, en la Bretaña francesa.
El puerto y el castillo de Brest, en la Bretaña francesa. Fuente: Lugares

 

Brest mira directo al mar y tiene un gran puerto. Creció en torno a un arsenal (supo ser un punto militar de importancia estratégica), construido en 1631 a orillas del río Penfeld. Su costanera, especialmente de noche, es un paseo obligado.

En el centro de la ciudad está su mayor ícono, un castillo del siglo XVIII que fue concebido primeramente como una fortaleza para defender la región. Actualmente alberga en su interior el Museo Marítimo.

Otro atractivo es el Océanopolis -cerca del puerto de Plaisance du Moulin Blanc-, un acuario dedicado a los océanos que sumerge al visitante en la exploración de los mares del mundo a través de un enfoque científico e impactantes puestas en escena.

El capítulo gourmet es uno de sus pilares: sus riquezas de mar incluyen cigalas, ostras, almejas, camarones y bígaros, que se ofrecen en todos los restaurantes.

 

Fuente: La Nación