21 de septiembre de 2018

Un amor llamado Rosario

La escritora María Moreno tiene una relación estrecha con Rosario y menciona los puntos que la marcaron aquí.

María Moreno tiene una relación estrecha con Rosario. Su primer libro, "El affair Skeffington", lo presentó en la ciudad en 1992, porque su editora era por entonces la poeta rosarina Mirta Rosenberg. El libro fue publicado por la editorial Bajo la luna nueva. Aún se recuerda leyendo con la voz temblorosa "en un librería infinita". Esa librería se llamaba El hijo pródigo y sus dueños eran Armando Vites y Fernando Toloza.

Más cercana en el tiempo, recuerda también la espera de una barco en la Estación Fluvial que la sumaría como integrante de la expedición Paraná Ra'angá, una suerte de recorrido interdisciplinario para retomar las primeras crónicas. Travesía que, entre risas, memora como una aventura un tanto bizarra.

Moreno dice que ama Rosario y detalla ese enamoramiento: "Amo Rosario y alguna vez escribí una enumeración caótica que decía «el desencanto en la recepción del hotel Savoy cuando anuncian lacónicamente que no hay habitaciones libres —como si a Dorothy Parker le hubieran prohibido la entrada al Algonquin Hotel—; el verde artificial de la vegetación de la isla Lechiguana desde el barco Ciudad de Rosario, más frondosa, de hojas más grandes y con especies de mayor capacidad de parasitarse mutuamente que l en el Delta del Tigre; el menú económico del restaurante Carlitos, donde el principio de redundancia dispone pescado frito, grillado y en empanaditas entre un hacinamiento popular de piezas embalsamadas y cestería casera, donde prima el nudo marinero; los vestiditos ingleses colgados a cinco pesos en el mercado El Roperito, bajo el viento de la costa; emborracharse en La Buena Medida pero terminar la noche en El ruedo y leer revistas del corazón junto a una pizza a la parrilla y dos dedos de Jack Daniels; hacer el vía crucis de las librerías El pez volador en busca del manual de ordenanzas para carreros de 1910; comprar en los puestos de la calle San Martín esas confituras coloniales con sabor a tertulia federal que se llaman colasiones»" .

 

Fuente: La Capital