24 de septiembre de 2018

La plaza céntrica donde los amantes del tango tejen lazos de amistad

Cada fin de semana y al ritmo del 2 x 4, en la explanada de San Martín y San Luis se respira milonga y nacen bellas historias urbanas.

"Esto es la vida", dice Juan mientras apura unos mates amargos y selecciona el próximo tango que le pondrá ritmo a la explanada del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. A su lado, una señora se acomoda en la silla para no perderse detalle. En el centro de la pista, Hugo y María del Carmen, un matrimonio con más de 50 años de casados, ensaya los primeros pasos llenos de pasión, la misma que los unió en una milonga del club Unión y Progreso a principios de los 60. Todas las historias se entrelazan. Los amantes del 2 x 4 se dan cita para disfrutar lo que más aman; y así pasan el domingo, entre anécdotas y lazos de amistad.

La tardecita está apacible. Un sol que no termina de despuntar a pleno detrás de las nubes y una temperatura que se debate entre los veintipico de grados, la vuelven ideal para la milonga. Una mesa de chapa, una vieja notebook y un parlante son los aliados incondicionales que le permiten a Juan Di Benedetto inundar con los acordes tangueros la plaza Montenegro.

El mate también dice presente, al igual que las anécdotas. "Esta milonga empezó en el parque España, hace largos años, cuando nos empezamos a juntar para bailar tangos", recuerda Juan mientras saluda a dos mujeres que acaban de llegar a la cita.

"El grupo humano es hermoso", admite Mirta al tiempo que asegura que "uno pasa las horas bailando tango y se olvida de todo". A su lado, varios asienten, mientras Juan mete otro tema y la música nunca deja de sonar.

Al lado del alma máter del grupo se ha sentado una mujer. De impecable solera celeste, pulcro maquillaje y lentes, observa y parece disfrutar la escena. "Ella viene siempre, sola, se sienta acá y pasa toda la tarde escuchando los temas y viéndonos bailar", remarca Juan mientras pone de relieve lo que el grupo ha logrado. "Generar vínculos de amistad, sanos. Mucha gente sola ha descubierto aquí el sentido hermoso de la amistad, y eso es lo más importante", dice Laura, otra de las tantas que se acerca los domingos a bailar en la plaza Montenegro.

En rigor, el de ayer fue el último domingo, ya que ahora que la primavera avanza y el calor se hace más intenso, la milonga se traslada al mismo lugar pero los viernes, desde las 21. El viernes que viene será el primero.

Marcelo y Norma llegan con reposeras, saludan y en pocos minutos ya están bailando. Todos los apuntan como los colaboradores de Juan. Lo acompañan desde las épocas del parque España. Hasta recuerdan cuando Juan se sometió a una difícil intervención quirúrgica y minutos antes de entrar al quirófano pedía que le dieran todos los elementos a Marcelo para que la milonga no se suspendiera.

Una más entre tantas historias. Como la del alumno de la Técnica Nº 3 que se encontró a uno de sus profesores bailando en la misma explanada veinte y tantos años después del egreso de aquel secundario.

Apasionados

Entre todos ellos están Hugo y María del Carmen. El tiene 74, es jubilado de la UNR, donde se desempeñó como jefe de mantenimiento en la Facultad de Odontología. Ella tiene 80, es ama de casa, y están juntos desde hace 56 años, cuando se conocieron bailando tangos en una milonga del club Unión y Progreso.

Viven en barrio Plata, en la zona sur de la ciudad. Y desde avenida Francia al 5400 se vienen todos los domingos hasta la plaza de San Luis y San Martín a seguir bailando. "Después, cuando termina, nos vamos al cine", dice Hugo mientras la toma de la mano y se funden en un compás. "Es que esto es la vida", dice Juan mientras apura un matecito y disfruta de la postal. La belleza de las cosas simples, en pleno centro de Rosario.

 

Fuente: La Capital