29 de octubre de 2018

El feminismo llevó a científica rosarina a un premio internacional

Feminismo y ciencia. Ciencia y feminismo. Esa es la bandera que lleva colgada por el mundo María Natalia Lisa, una bióloga rosarina e investigadora del Conicet que integra el equipo del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR). En una de sus tantas iniciativas decidió postularse a una distinción que entrega la prestigiosa revista científica internacional Nature Research, en la cual se premia a mujeres que se destacan por su liderazgo en ciencia y por su motivación para que niñas y jóvenes se integren a un mundo aún con tintes de “tabú”. Natalia fue superando instancias y hoy está entre las cinco nominadas a recibir la distinción, siendo la única representante de América Latina. Desde Francia, y a días de conocerse la decisión final, la bióloga dialogó con CLG.

Más de 300 personas de todo el mundo se postularon a los galardones que entregará la revista Nature Research junto a The Estée Lauder Companies, divididos en dos categorías: el premio Inspiring Science Award (en el cual quedó seleccionada Natalia) y el Innovating Science.

Lisa pasó el primer filtro de su categoría a través de un escrito, luego quedó entre diez científicas de todo el planeta y finalmente cinco llegaron a la gran final, entre las que se encuentra la investigadora rosarina.

“Yo recién llegaba a Argentina después de estar 7 años fuera del país, volví a Rosario en febrero y en el marco de buscar financiamiento para llevar adelante mis investigaciones en el IBR, me empecé a presentar en convocatorias que estaban disponibles”, explicó Natalia, quien no ocultó su sorpresa por la nominación: “Uno dice ‘me presento a ver qué pasa’, pero no me lo esperaba, lo recibí con mucha alegría”. El próximo 30 de octubre, se conocerá la ganadora.

La investigadora integra el equipo rosarino del Conicet.

Deconstrucción de estereotipos

Rosarina y nacida en la zona oeste de la ciudad, decidió entrar al mundo de la universidad pública, donde se convirtió en licenciada en Biotecnología e hizo la tesis doctoral en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Posteriormente, entre 2011 y 2015, realizó un pos doctorado en el Instituto Pasteur de París y luego se mudó a Uruguay por otros dos años para continuar su formación en el Pasteur de Montevideo.

Desde el IBR, donde se desempeña como Directora de la Unidad de Cristalografía de Proteínas, Natalia comenzó a involucrarse en todas las áreas de divulgación y notó que siempre terminaba colaborando con un montón de mujeres en trabajos de investigación. Su mirada va más allá de las estructuras del pasado: “Es importante desmitificar y desafiar los estereotipos, más que hablar de la mujer. Si uno quiere saber qué quieren las mujeres, cómo se sienten o cómo podrían llevar adelante cosas, hay que hablar con ellas. Muchas veces se piensa que las mujeres necesitamos que nos digan cómo tenemos que hacer las cosas, pero eso no es así. En general tenemos una idea muy clara de qué queremos y cómo nos sentimos. Lo que sucede es que hay espacios que se nos cierran y por ello trabajo para abrirlos y mostrar posibilidades”.

Clara y elocuente, la bióloga rosarina afirmó que se trata de un trabajo de “deconstrucción”, camino que según reconoce le fue difícil al formar parte de una “de las últimas generaciones formadas en las lógicas híper jerárquicas y normativas”. Para Lisa, el objetivo es desafiar dichas prácticas.

“La ciencia no está exenta de las relaciones desiguales que se dan en otras áreas”, aseguró la investigadora. En su relato, agradeció el hecho de haber trabajado siempre en grupos muy abiertos, pero también consideró que se ven “micromachismos” todos los días. A su vez, Natalia celebró los avances institucionales que se han dado en este sentido en el Conicet, en la UNR y hasta en el ministerio de Ciencia de la provincia, ya que dan “un marco de acción”.

Natalia realiza desde 2013 un taller en el IBR integrado casi en su totalidad por mujeres.

El valor de la universidad pública

María Natalia pasó su infancia y adolescencia en una escuela semi privada, donde sólo asistían mujeres. “El rango de gente con el que me encontraba estaba acotado”, señaló. Su ingreso a la universidad pública, ese mundo de charlas tímidas entre compañeros que con los años se convierten en lazos inseparables, esos pasillos donde reina la pluralidad de voces, esas colas eternas en la fotocopiadora, o esos almuerzos en los comedores que son un alivio para el bolsillo, le “cambiaron la cabeza”.

“Fue una bisagra, me encontré con un montón de personas distintas”, reconoció Lisa. A partir de su valoración hacia los estudios no arancelados, surgió su preocupación por un presente desalentador para la educación y la ciencia: “Estamos en una situación crítica. La dirección que ha tomado el Poder Ejecutivo en el país con respecto a estas áreas no tiene nada que ver con políticas de crecimiento. Sería importante que se revean antes que ocurran daños irreversibles”.

“¿Cómo vamos a lograr contener a los más jóvenes, a quienes tendríamos que formar para construir conocimiento de aquí en adelante?”, se preguntó la bióloga, y agregó: “La situación de ajuste y de recorte siempre influye terror”.

Con sus investigaciones, la licenciada se convirtió en una referente de la ciudad.

Combatir la tuberculosis

Desde su estadía en París, Lisa comenzó a estudiar mecanismos moleculares en la tuberculosis, enfermedad que en la actualidad causa cerca de dos millones de muertes en el mundo al año. Con el objetivo de diseñar antibióticos o vacunas más efectivos para combatir la enfermedad, Natalia hizo foco en el Mycobacterium tuberculosis, agente causal de la afección que se transmite a través de las gotitas de saliva que emitimos cuando hablamos o tosemos.

Para poder hacerlo, se especializó en una técnica llamada cristalografía de proteínas por difracción de rayos X, una de las tres técnicas que existen a nivel mundial para estudiar la arquitectura tridimensional de las moléculas.

“Hay una idea errónea de que la enfermedad está erradicada”, contó Lisa y aseveró que según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “una de cada tres personas en el mundo tiene tuberculosis latente que eventualmente puede despertarse cuando el sistema inmune se encuentra deprimido, como en el caso de pacientes con HIV, o en las poblaciones carcelarias o también en contextos de pobreza”.

La investigadora explicó que si bien existe la BCG, que es una vacuna muy efectiva para prevenir la enfermedad en los niños, no hay una vacuna igualmente efectiva para los adultos. “Además, los tratamientos son largos y costosos y han aparecido otras cepas de tuberculosis más resistentes, por lo cual se vuelve cada vez más importante el desarrollo de nuevas drogas para que puedan ser usadas como antibióticos”.

Se estima que en el 2050 la tuberculosis podría ser una de las infecciones más letales si no se hallan nuevos medicamentos.

El reconocimiento a su mensaje

El pasado 11 de octubre, por una iniciativa del edil Pablo Javkin, el Concejo municipal le otorgó un diploma de honor a la científica por “la necesidad de reconocer la capacidad de ciudadanos rosarinos que han sabido destacarse en sus distintas áreas de trabajo”, detalló el decreto.

Natalia espera con mucha “expectativa” el resultado final de la convocatoria. Si resulta ganadora, recibirá 10 mil dólares para utilizar en investigaciones, además de otras distinciones. En su caso, lo usaría para continuar realizando proyectos en el IBR.

Pero más allá del resultado, Lisa destacó que lo importante fue aprovechar la nominación para “visibilizar los trabajos que hacemos en nuestras universidades” y “demostrar todo el potencial que hay”. “Evidentemente, a pesar que nos asignan menos recursos que a otros países, hacemos cosas valiosas que pueden ser reconocidas”, agregó.

No es casualidad que Natalia esté nominada a recibir un premio por alentar a mujeres y niñas para que se sumen al mundo de la ciencia. Y deja en claro su visión: “Muchas veces hay chicas que en la escuela tienen muy buenas notas en ciencia, tecnología y matemática, pero no se ven a sí mismas como potenciales científicas. Ese es el desafío, que aquellas que son buenas en dichas áreas sientan que pueden ocupar esos lugares y llevar adelante proyectos de este tipo”.

“Se habla de que es un científico: no somos ni viejos ni viejas ni tenemos los pelos parados y anteojos muy gruesos, somos gente común que hace un trabajo. La ciencia es un trabajo. Lo que hace falta es formación y estudio en el área”, concluyó la bióloga rosarina.

 

Fuente: ConLaGente