25 de marzo de 2019

Los nuevo de Rosario para descubrir en pocos días

La ciudad a orillas del Paraná asoma como destino ideal para unas minivacaciones. Súperconectada, invita con circuitos de arte, nuevos polos gastronómicos y estimulantes paseos al aire libre.

La vida de Rosario siempre estuvo ligada al río y una buena vía para entenderlo es el nuevo Circuito del Puerto, en la zona sur de la ciudad, un paseo interpretativo que se recorre celular en mano. Zapatillas, agua fresca y el teléfono cargado para bajar la aplicación gratuita Rosario Turismo (apenas dos minutos) es todo lo que se necesita para encarar las siete postas.

Comienzan donde el gobierno de Julio Argentino Roca colocó en 1902 la piedra basal del puerto. En realidad, la del suelo es una réplica de la original, resguardada en elMuseo Histórico Provincial Julio Marc, otro edificio de Ángel Guido (el mismo del Monumento a la Bandera, que lo están remozando hace meses pero prometen terminarlo en mayo; igual se puede subir al mirador por $20, y las vistas valen la pena). Luego viene la Estación Fluvial, inaugurada en 1959, que despacha travesías por el río.

En los años '40 el puerto rosarino llegó a tener 45 muelles perpendiculares al río junto al ferrocarril. A esa febril actividad hay que imaginarla bajo los galpones donde ahora funcionan la Escuela Municipal de Artes Urbanas, el Centro de la Juventud, el Centro de Expresiones Contemporáneas o el Galpón de la Música, instituciones públicas que se habilitaron a fines de los '90 y refundaron el vínculo de la gente con el río.

 

 
El Paseo del Caminante con el puente Rosario-Victoria a las espaldas.
El Paseo del Caminante con el puente Rosario-Victoria a las espaldas. Fuente: Lugares - Crédito: Guillermo Llamos

 

Una de las postas se explaya en los detalles de esa revolución urbana y cultural con videos que se activan acercando el scanner del teléfono al código Qr del panel. Con auriculares, se puede matizar la caminata con una festiva versión de Oración del Remanso, de Jorge Fandermole.

Más adelante el circuito se detiene en la Bajada Sargento Cabral frente a la antigua Aduana (Urquiza y Belgrano, actual sede de la Municipalidad), imponente y de estilo francés. La Plaza de las Utopías, con la estatua del marinero dichoso que pescó una sirena, evoca a los miles de inmigrantes que entraron por allí sin más bienes que sus propios sueños.

El paseo concluye en el Complejo Cultural Parque España, reconocible por la enorme escalinata que todos usan para entrenar y donde conviene averiguar qué espectáculos programan sus salas y el anfiteatro de 500 butacas. El proyecto del catalán Oriol Bohigas, que en su momento viajó a Rosario para relevar el espacio, significó en 1992 la primera gran apertura de la ciudad al río.

Un nuevo norte

De una punta a la otra, la Costanera hilvana 15 kilómetros de paseos ribereños donde los rosarinos despliegan su actitud vital. Salen a caminar, a trotar, a jugar con sus perros, a practicar deportes. Llevan reposeras, las cañas de pescar, el libro, el equipo de mate. El río es testigo detrás de la baranda. O el gran protagonista.

 

 
Vista de la escultura Barquito de papel de chapa acanalada que desde 2013 ocupa un espacio central en Puerto Norte.
Vista de la escultura Barquito de papel de chapa acanalada que desde 2013 ocupa un espacio central en Puerto Norte. Fuente: Lugares - Crédito: Guillermo Llamos

 

En 2007, las torres Dolfines, dos rascacielos gemelos de 45 pisos, fueron los primeros en perforar el cielo de Puerto Norte. Ahora se acompañan con el Barquito de Papel, la escultura de chapa acanalada emplazada allí en 2013, que expresa el vínculo de la ciudad con el río.

A pocas cuadras, la terraza del piso 16 donde está la pileta del hotel Dazzler by Wyndham parece el mástil de un moderno bergantín: la ciudad se desparrama alrededor y ofrece un panorama en 360. El hotel cuatro estrellas conforma un proyecto mayor con otra torre idéntica de oficinas, dos condominios residenciales y un paseo comercial. El primer piso donde se sirve el desayuno buffet a los pasajeros se reconvierte luego como Bistró, un restó de cocina gourmet abierto al público, al igual que Bow, el bar de la planta baja, de elogiada coctelería.

 

 Fuente: La Nación