25 de abril de 2016

Acento rosarino en la próxima Bienal de Arquitectura y Urbanismo de San Pablo

De las 26 obras de 10 países seleccionadas, sólo dos son argentinas y en ambas los protagonistas son arquitectos locales. Son la Capilla San Bernardo y el Centro Cultural Viejo Mercado de Rafaela.

La X Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (Biau), que se realizará del 4 al 8 de julio en San Pablo (Brasil), seleccionó las obras que conformarán la serie Panorama, que exhibe lo más destacado y representativo de la actualidad de esta disciplina. De las 26 obras premiadas de 10 países diferentes que designó el jurado, de un total de 1.111 que se presentaron inicialmente, sólo dos son argentinas, y en ambas son protagonistas arquitectos rosarinos. Una es la Capilla San Bernardo, de Nicolás Campodónico; y la otra es el Centro Cultural Viejo Mercado de Rafaela, de Carlos Airaudo, Gerardo Caballero, Ariel Giménez Rita y Fabián Llonch.

Después del éxito que tuvo la IX edición de la Bienal que se realizó en Rosario hace dos años, los profesionales locales vuelven a exhibir su talento, su sensibilidad y su sustanciosa capacidad para trasladar sus inquietudes culturales a sus realizaciones. Así, con este codiciado reconocimiento, se reafirma un posicionamiento de privilegio en el escenario constructivo iberoamericano.

Para exponer en este reconocido evento, que desembarcará por primera vez en Brasil, además de estas dos obras argentinas fueron elegidas dos de México, cuatro de Portugal, dos de Ecuador, dos de Paraguay, cuatro de Brasil, una de Uruguay, una de Colombia, una de Chile y siete de España. Las obras de este grupo finalista protagonizarán el catálogo de obras de la Bienal.

En el proceso de premiación, el comité evaluador de Argentina (integrado por Mónica Bertolino, Cayetana Mercé, Marco Rampulla, Luis Müller y Carlos Barrado), destacó en el caso de la capilla de Campodónico, "la sencillez con la que ofrece una experiencia altamente poética, cargada de simbolismo, que registra el paso del tiempo y la hace siempre distinta".

Por su parte, ponderó que el Centro Cultural de Rafaela es una "intervención que conserva el carácter industrial de la construcción original, definiendo una nueva arquitectura interior de un modo sencillo y sensible".

En tanto, en esta edición los organizadores decidieron otorgar el Premio Iberoamericano de la X Biau al arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura, quien ya recibió el Pritzker 2011. El jurado elogió su obra "plena de emoción" y "el importante aporte de su magisterio en universidades de diversos países".

Luego de conocer la selección final del jurado de la Bienal, LaCapital reunió a los arquitectos premiados en el estudio de Gerardo Caballero. Sólo faltó Fabián Llonch, quien trabaja en el exterior y de igual modo participó vía telefónica de una charla en la que se compartieron lecturas, análisis y percepciones de arquitectura, a través de los autores de las obras distinguidas.

Preocupación urbana

"Esta selección es importante por la calidad del jurado y también por la calidad de las obras que participan y que recorren todo el panorama de la arquitectura de Latinoamérica, más España y Portugal", remarcó Gerardo Caballero, integrante del equipo que realizó la refuncionalización del Centro Cultural en Rafaela.

Este destacado profesional rosarino advirtió que "las dos obras premiadas no son viviendas, y eso es una particularidad. Me parece que en esta edición se seleccionaron obras que tienen un valor, más allá de los tamaños y más allá de los temas abordados. Y en el caso nuestro, uno de los méritos es que es una obra pública que fue producto de un concurso, que tampoco es muy común en nuestra zona".

Caballero definió este complejo como "una obra cultural, que tiene una preocupación urbana que trasciende a la obra en sí misma. Es un reciclaje que también logró superar con entereza algunos condicionantes y la fricción con el edificio existente".

Oficio y madurez

Por su parte, otro rosarino, Ariel Giménez Rita, ponderó que esa obra contiene aspectos importantes del ejercicio de la profesión: "Mantiene la pasión permanente por la buena arquitectura, y exhibe un grado de oficio y madurez muy interesantes". Y agregó: "Nos demuestra que seguimos transitando el camino correcto".

"Esta intervención exhibe un marcado sentido de la arquitectura pública, con un programa cultural, que marca la renovación del casco urbano. Realmente es una puesta en valor, un espacio urbano nuevo, y se transformó en uno de los lugares más atractivos de Rafaela", afirmó Giménez Rita.

Trascendencia

En ese grupo de trabajo, el único que no proviene de Rosario es el rafaelino Carlos Airaudo, quien se mostró muy contento porque "con esta obra ahora Rafaela tiene un premio por su arquitectura en una de las Bienales más importantes a nivel mundial".

Este arquitecto reveló que durante la ejecución de la obra ya imaginaba que podía alcanzar reconocimientos. "Siempre lo pensé y se lo dije al municipio mientras hacíamos la obra. Sentía que había que defender la obra, todas sus condiciones, la calidad compositiva, la articulación con lo existente, las formas, los colores, los materiales, porque entendía que era una obra que podía trascender. Y esta mención en la Bienal lo confirma y nos reconforta", señaló.

Pura poesía

Por otra parte, el arquitecto rosarino Nicolás Campodónico logró la selección con la Capilla San Bernardo, una práctica poética, subyugante, inspiradora, con una composición cautivante entre luces y materia, en la zona rural de La Playosa, en la provincia de Córdoba.

"La obra me llevó 6 años. Y mientras la hice, volví a sentirme un joven de 20 años. Con esa inquietud de no saber qué pasará al día siguiente. Era como una aventura cotidiana, muy demandante. Es una obra de 90 metros cuadrados, en 6 años, prácticamente un anti-récord", comentó entre risas Campodónico.

"Haciendo esta capilla me pasó como en mi primera obra, una casa en el campo. Después de un año, entendí que había hecho una obra de la cual puedo seguir aprendiendo. Igual, nunca especulé mientras se construía con alguna premiación", confesó Campodónico.

Sobre la situación de que son dos obras de rosarinos, fuera de Rosario, aseguró que "es casi anecdótico, sólo una curiosidad". Más allá de eso, se atrevió a remarcar que "Rosario siempre ha sido una ciudad muy activa en cuanto a la cultura del pensamiento arquitectónico. Y no es casualidad que, de repente, las cosas siempre se arremolinan por acá".

Fuente: La Capital