27 de agosto de 2019

Con pasta de campeón

El rosarino Gonzalo Echenique, surgido en GER, se consagró con la selección italiana en el Mundial de Corea del Sur y se ilusiona con los Juegos Olímpicos.

Su estirpe batalladora lo llevó a superar todas las fronteras y le permitió atravesar océanos con sus brazadas. Las ambiciones elevaron el alcance de sus metas y moldearon un jugador de waterpolo fuera de serie. La determinación le ayudó a aceptar enormes desafíos en tierras foráneas y ese impulso lo ubicó en el podio de los elegidos. Por eso, la reciente medalla de oro que recibió Gonzalo Echenique en el Mundial de Corea del Sur fue una lógica consecuencia de un camino de esfuerzo, de constante crecimiento, que desembocó en una extraordinaria plataforma de realizaciones, que puede seguir sumando halagos en las vitrinas si mantiene este umbral de rendimiento.

   Tras ese logro admirable en el último Mundial, el Chalo pasó por la ciudad de Rosario para nutrirse con sus raíces. Visitó la sede del club Gimnasia y Esgrima donde nació como jugador, presenció el torneo Argentino Sub 15 que se realizó en Provincial y la mayor parte del tiempo la dedicó a reunirse con amigos y la numerosa familia de 11 hermanos. Ese será el principal combustible para encarar una nueva temporada en el máximo nivel de la competencia italiana y europea, que tiene como objetivo final los Juegos Olímpicos de Tokio.

   “Quiero seguir ganando cosas”, expresó convencido Echenique, sentado en una mesa del bar de la sede céntrica de GER. “Todavía no comprendo del todo lo que me está pasando, pero quiero que esto se extienda, que sea el comienzo de algo más”, destacó con una sonrisa de pibe que no perdió en su dilatada trayectoria.

   Este rosarino, de 29 años, hiper fanático de Newell’s, partió hace nueve años a Europa con una mochila repleta de expectativas. Siempre confió en su zurda y en su potencial, pero en las primeras experiencias no sabía hasta donde se podía extender la vehemencia de su empuje. Y hoy las aguas se abren y reconocen legítimamente su talento. Incluso algunos periodistas europeos lo llegaron a apodar “el Messi del waterpolo”.

   Su carrera en el Viejo Mundo se inició en C.N. Montjuic (2010-2011), y pasó por C.N. Sabadell (2011-2013), C.N.A. Barcelonetta (2013-2015), todos en España. Luego fue el turno de Primorje Rijeka de Croacia (2015-2016). Y desde 2016 se desempeña en Pro Recco (Italia).

   La acumulación de éxitos deportivos y los buenos rendimientos lo llevaron a ser convocado por la selección española, donde jugó de 2014 a 2016, y más tarde lo tentaron desde la selección italiana, la que integra en los últimos dos años y medio. Esas decisiones requirieron agitados procesos de análisis internos, con nacionalizaciones incluidas, pero siempre el foco de dirección estuvo dirigido en crecer y en cargar de ambiciones su horizonte.

   “En este momento se me mezcla todo en la cabeza. En enero cumplo 10 años jugando en Europa. Me pongo a repasar todo y después de ganar algo tan importante como un Mundial, me hace tomar dimensión de los logros. Italia jugó muy bien, en equipo, y fue justo ganador del Mundial. Todo lo que está pasando me llena de emoción”, contó el Chalo.

¿Era esto lo que soñabas cuando decidiste partir hacia Europa?

Al principio estaba muy lejos. No pensaba en algo así. Yo me fui a Europa a probar suerte. De ver dónde estaba mi techo como jugador. Nunca mis expectativas fueron tan altas. Llegué a un equipo de tercera división, sin saber qué me iba a encontrar. En ese momento no se me ocurría poder llegar donde llegué.

Al integrar la selección de Italia y por tu nivel individual, ¿pensabas que este tenía que ser tu Mundial?

Fuimos a Corea con algunas bajas por jugadores lesionados. El equipo tenía muchos jóvenes, que afrontaban su primer Mundial. Y yo me incluyo porque también era mi primer Mundial. Con ese panorama, más allá de que con este proceso la selección de Italia siempre arribaba a instancias decisivas, no llegamos con la chapa de favoritos.

Cuando viste que España, una selección para la que jugaste, iba a disputar la final del Mundial con Italia, ¿qué sentiste?

Fue muy raro. Hubiera deseado no cruzarme con ellos. Con la mayoría de ellos ya jugué y me ponía en una situación extraña. Además, en los últimos dos años, veníamos perdiendo siempre con ellos. Pensábamos que nos habían tomado la mano a nuestro juego.

¿Cómo te preparaste para un partido con esas características?

Esto lo hablo ahora, pero en ese momento no lo hablaba con nadie. Por dentro se me movilizaban muchas cosas. Y no quería desenfocarme de la final. Por suerte, ganamos 10-5 la final y no dejamos dudas. Nos salieron todas, ganamos muy bien y eso se reflejó en el rendimiento y en el resultado. Fue un encuentro redondo para nosotros.

Vos tenés la formación de un club amateur, ¿qué te pasaba por la cabeza y por el corazón en la disputa de una final?

Eso siempre está adentro. Y creo que eso me ayuda a ser un poco más inconsciente en algunas situaciones. Por ahí ignoraba todo lo que pasaba alrededor de ese partido y pensaba en el juego. Son sentimientos que se mezclan y se cruzan en todo momento.

¿Arribar a este momento de consagración te ratificó las decisiones que fuiste tomando para jugar con otras selecciones?

Eso me pesó en algún momento. Por el cambio de nacionalidades, por las decisiones que uno va tomando. Fueron opciones que me fueron apareciendo en el camino, y creo que las pude aprovechar Muchas veces me pregunté si estaba haciendo lo correcto. Y, en este momento de victorias, siento que todo valió la pena. Me parece que hice bien. Y ahora es un gran envión para lo que viene. Porque esto es un título, que significa mucho, pero hay que seguir, sobre todo pensando en los Juegos Olímpicos.

¿A quién llamaste primero después de la final?

A mi novia Rosa María, que es española. Porque es la que vive conmigo y la que me bancó siempre, en todas.

¿Cómo ves tu futuro?

Lo veo allá. Después veremos dónde. Renové con Pro Recco y tengo dos años más de contrato. Y en la selección de Italia quiero jugar mientras me llamen, creo que me queda mucho camino ahí. Además, el año que viene están los Juegos Olímpicos y no me quiero quedar sólo con el Mundial. Podemos ir por algo importante en Tokio. Quiero seguir ganando cosas con Italia, siempre sabiendo lo difícil que es. A nivel internacional es muy alta la exigencia del waterpolo. Quiero que esto sea el comienzo de algo más. Y creo que hasta los 35 o 36 años puedo llegar a jugar.

¿Sabés que en Rosario hay muy pocos deportistas que son campeones del mundo en su especialidad?

No pensé en eso (risas). Creo que no tomo del todo conciencia de lo que logré y lo que puedo significar en mi ciudad y en un deporte como el waterpolo. Me genera una sensación de enorme satisfacción.

 

“Lo veo siempre igual”

“Al waterpolo argentino lo conozco y me pasa que lo veo siempre igual. Veo que hay más chicos practicándolo y eso es muy positivo, pero lo veo siempre igual. Falta mucho para estar al nivel de las potencias. Hay muchas cosas que no cambian y eso no está bien. Atravesando toda la experiencia que tuve en Europa, veo que ese no es el camino”, advirtió Echenique.

 

Fuente: La Capital