22 de enero de 2020

Dos hermanos rosarinos llevan sus pelotas al mercado internacioal

Los hermanos Ramiro e Iván Fabris vienen bien de abajo pero lograron balones de calidad y pronto los exhibirán en Munich.

“Interminable, el calzado deportivo de los campeones, cómprelo aquí porqueeee...En Europa no se consiguen”. Proverbial. Con fondo musical español y enfundado en una camiseta del Atlético de Madrid, la frase la pronunció para una publicidad televisiva de 1975 el santafesino y ex delantero de San Lorenzo Rubén “Ratón” Ayala. Dicen que en realidad dijo “Uropa”, pero todo eso es parte ya de otra historia. Esta que hoy cuenta Ovación, en cambio, es bien rosarina y tiene presente y futuro: mucho futuro. Tiene que ver con dos hermanos, Ramiro e Iván Fabris, dos empresarios treintiañeros que crearon hace poco más de dos años las pelotas profesionales Europaris, fabricadas en Pakistán y de calidad premium, sin competencia nacional y que nada tienen que envidiarles a las de las grandes marcas que se patean en las mejores ligas internacionales de fútbol.

Ya son protagonistas de las 17 ligas de AFA y a fin del año pasado fueron oficializadas por la Superliga juvenil: rodarán no sólo en las canchas de Central y Newell’s sino también en el resto de los 24 clubes y mañana se exhibirán en una de las ferias comerciales más importantes del mundo, la Ispomunich (Alemania). Y más. Serán las oficiales de los Juegos de la Juventud 2020 en Rosario. Incluso la firma familiar para la que trabajan poco más de 20 personas ya lanzó sus versiones profesionales de futsal, rugby (Premier League), básquet (premini, femenino y sub 13 y mayores), handball (versión mundialista) y guantes de arquero con lático alemán, pero ojo: “en Europa no se consiguen”.

 
 

Los hermanos Fabris aseguran que arrancaron en “0,0” hace quince años. Dos pibes de clase media, que se criaron un poco con la mamá y otro poco con los abuelos, que cursaron la primaria en la escuela pública Roque Sáenz Peña y fueron becados en el secundario. Ramiro habla a mil kilómetros por hora y hasta el año pasado jugó de base al básquet en el club Universitario (con el 7 en la camiseta, por eso las pelotas de básquet se llaman AZ7).

Iván, más pausado, es exalumno del Superior de Comercio. Tal vez esa mezcla, entre el deporte y lo contable fue la antesala de lo que son hoy.

Pero antes de llegar a las pelotas hay varios capítulos: Ramiro vendió medialunas en la calle y publicidad; Iván fue mozo. Son buscas. Se juntaron para vender celulares, play station y consiguieron en Italia la representación de máquinas que exprimen naranjas para hacer jugo (el primer producto que hicieron rodar).

”Dormíamos adentro del local y en nuestra heladera lo que más había era hielo. Cuando quise alquilar por primera vez no conseguía una garantía y me la prestó mi entrenador de básquet. No me olvido más de ese gran gesto. Hoy, Gustavo (Ciuffi) es nuestro socio y se encarga de todo el básquet de Europarís”, contó Ramiro, el que diseña, calcula, vende, atiende el télefono y duerme poco.

Iván, especializado en comercio exterior y el que mejor habla el poco inglés que saben, infla a mano una pelota para mostrar el ejemplar que fue oficial el año pasado de la Copa Santafesina, y agrega: “En un momento abrimos unas canchas de fútbol 5 y 7 de césped sintético (hoy tienen 30, entre Rosario, Funes y Pergamino) y nos dimos cuenta que gastábamos mucho en pelotas por mes. Ahí nació la idea: pensamos en crear nuestras propias pelotas”.

¿Qué características tienen estas pelotas que pesan unos 450 gramos, cuentan con el dibujo de una víbora y ya pasaron por las manos y los pies de Maradona, Gerardo Tata Martino, el Kily González y la jugadora de la selección brasileña, Gabriela Zanotti?

“Tienen cuero sintético japonés lo que les da alta resistencia, cámara butilo taiwanesa por la que logran un pique exacto, válvula de seguridad, doble laqueado y una cuarta laminación que hacen que se gasten menos y aguante más el color”, explica con pasión de creador y vendedor Ramiro.

Además, dice que por ser dueños y trabajar en casi todos los eslabones de comercialización (algo así como que patean el penal y lo atajan) las Europaris aseguran calidad y un precio casi del 45% mejor que otras.

Encima son de acá y en Europa no se consiguen.

 

Fuente: La Capital