16 de abril de 2020

Historias solidarias detrás de la pandemia

Este presente trajo grandes historias, de personas comunes, desocupados, trabajadores, profesionales o artistas convencidos de que "cuidarnos entre todos" es bastante más que una buena frase.

El 14 de marzo, el Ministerio de Salud de la provincia dio a conocer el primer caso de coronavirus confirmado en Rosario. Se trataba de un joven de 28 años que había estado en Inglaterra y permanecía internado desde hacía tres días en el Hospital Carrasco. Desde entonces, la preocupación por los alcances de la pandemia se hizo más palpable. El virus había irrumpido en la ciudad y, con él, las estadísticas, los consejos de cuidados y las políticas públicas pensadas para contener, asistir y combatir la enfermedad. Al margen de esas iniciativas, o acompañándolas, surgieron también otras historias, de personas comunes, desocupados, trabajadores, profesionales o artistas convencidos de que "cuidarnos entre todos" es bastante más que una buena frase. Estas son sus historias, como ellas, hay cientos en cada barrio.

Mauricio Quartucci (Proveedor de equipos de GNC)

Formó una red para abastecer de alimentos a 25 comedores. La historia empezó hace menos de un año, en medio de un partido de fútbol con amigos. Ese día lo invitaron a colaborar con el merendero que doña Graciela sostenía en barrio El Mangrullo, en la zona sur. "Me acerqué para llevar mercadería y ayudar a preparar la comida y, desde entonces, no pude dejar de ir más", recuerda el titular de una proveedora de equipos de GNC, tesorero de la Asociación Civil Centro Graciela y responsable de una red de 25 comedores, armada en plena pandemia, que asiste con alimentos a 1.500 familias. "En el galpón donde fabricamos piezas e insumos para GNC, ahora tengo dos freezers y una heladera y muchas veces la Trafic de la empresa huele a papa podrida", admite.

Antes de que comenzara el aislamiento, al centro comunitario asistían unas 70 familias del popular barrio de pescadores. Hoy asisten a 140 familias de El Mangrullo y con la ayuda del Banco de Alimentos Rosario (BAR) llegan hasta otros 24 merenderos de Rosario y Pueblo Esther.

La prueba de fuego la pasaron a los dos o tres días de que se decretara la cuarentena. Un viernes los llamaron del BAR pidiéndoles si podían repartir una donación de 26 mil yogures, próximos a vencer. "Identificamos 25 comedores y dos días los habíamos distribuido", recuerda y destaca que se trata de una tarea plural. "La líder de todo esto es Micaela Soledad Cintas. También Walter Aquino, Florencia Christou, Magalí Reyes y las familias de El Mangrullo", destaca.

Ni bien terminaron de distribuir los yogures formaron una red para garantizar que los 25 establecimientos de zona sur siguieran recibiendo mercaderías. Quienes quieran colaborar pueden buscar más datos en Instagram.com/cc.graciela, o acercarse al club Unidad y Tesón (Entre Ríos 3800), de lunes a viernes, de 14 a 18.

 

Fuente: La Capital