5 de junio de 2017

Un investigador de la UNR abre camino para tratar la tuberculosis multirresistente

Morbidoni participó de un estudio junto a un equipo de La Plata para lidiar con cepas inmunes a los tratamientos más convencionales

En el tratamiento de la tuberculosis preocupa, desde hace tiempo, el desarrollo de cepas muy resistentes del bacilo de Koch, la bacteria que causa la enfermedad, anualmente responsable de la muerte de dos millones de personas en el mundo. Sólo en Santa Fe se diagnostican cada año unos 580 casos, la mitad de ellos en Rosario, de los cuales cerca de 20 se definen como "multirresistentes". De allí la trascendencia de un trabajo desarrollado por científicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de La Plata, que lograron obtener unos compuestos para inhibir el crecimiento de esas cepas inmunes a los tratamientos convencionales. A futuro, y si consiguen las condiciones necesarias (ver aparte), el avance derivará en el desarrollo de nuevas drogas para la enfermedad. El encargado de ensayar esos compuestos fue el director del Laboratorio de Microbiología Molecular de la Facultad de Ciencias Médicas e investigador de la UNR, Héctor Ricardo Morbidoni, quien confía en poder dar continuidad a esos experimentos. Todo depende de los recursos.

A nivel local el aporte de Morbidoni no se dio (como suele suceder) en el marco de uno de los centros científicos que dependen del Conicet, sino en un laboratorio de la propia Facultad de Ciencias Médicas local, ya que el científico (con formación de grado en bioquímica y farmacia, luego doctorado) es investigador principal del Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional de Rosario (CiURN).

El trabajo, codirigido por Morbidoni y el platense Pedro Colinas con colaboración de otros científicos de Conicet La Plata y Rosario, fue publicado por la prestigiosa revista británica Journal of Enzyme Inhibition and Medicinal Chemistry.

Perspectivas

En rigor, el aporte es una apuesta promisoria para que a futuro —y después de atravesar todos los protocolos de experimentación primero con animales y luego con humanos— pueda avanzarse en el diseño de nuevos tratamientos para las tuberculosis resistentes.

"Si bien no es un problema especialmente agudo en la Argentina, sí lo es en otros países y más frente al movimiento global de gente que se da en este momento en el mundo", afirmó el científico.

De hecho, la enfermedad sigue causando unos dos millones de muertes en el mundo cada año y en la Argentina se producen cerca de 10 mil casos nuevos en el mismo lapso, 580 de ellos en Santa Fe.

Para tratar la enfermedad, explicó Morbidoni, hoy se siguen utilizando "unas pocas drogas" que ya tienen cerca de medio siglo y la mayoría de los casos se abordan con una combinación de ellas. Sin embargo, algunas cepas son demasiado rebeldes y no responden a esa eficacia terapéutica, frente a lo cual se abren un par de alternativas no siempre disponibles.

De allí la importancia del trabajo dirigido por el científico rosarino y su par de La Plata, que de una forma "rápida y sencilla" obtuvieron compuestos capaces de inhibir el crecimiento de esas cepas resistentes de Mycobacterium tuberculosis (el verdadero nombre del bacilo de Koch).

En un esfuerzo por traducir al lenguaje común lo es común para la ciencia, pero no para el resto de los mortales, Morbidoni explicó: "El doctor Colina consiguió diseñar y sintetizó una cantidad de compuestos que nosotros ensayamos. Así encontramos algunos que eran activos e inhibían la anhidrasa carbónica, una enzima vinculada al crecimiento y la multiplicación de la bacteria que causa la tuberculosis. O sea: inhibiéndola, se puede a la vez disminuir su capacidad infecciosa e incluso reducir la cantidad de bacterias".

Y como esos inhibidores tienen un mecanismo de acción distinto del que usan los medicamentos tradicionales, su desarrollo abre las puertas a un tratamiento innovador para las tuberculosis resistentes y multirresistentes que no responden a los antibióticos específicos.

De hecho, cerca de 20 casos de ese tipo que se dan al año en Rosario requieren terapias más prolongadas (en vez de seis meses, de un año y medio), con drogas importadas, costosas, de efectos secundarios adversos y que no siempre están disponibles "federalmente", explicó Morbidoni.

El nuevo aporte científico podría ser una alternativa viable para esos cuadros. Con tiempo y los recursos necesarios.

Para estos casos que se dan en Rosario se requiere de terapias prolongadas, drogas importadas y costosas.

Fuente: La Capital