21 de diciembre de 2016

El barrio Saladillo y sus baños, patrimonio rosarino

La historia de uno de los barrios más antiguos de la ciudad.

Por Arq. Ricardo Miranda

El origen de la propiedad de las tierras  sobre las que se emplaza la ciudad de Rosario se remonta a la merced que recibiera el Capitán Don Luis Romero de Pineda en 1689 por parte del Gobernador  y Capitán General de la Provincia del Río de la Plata. Estas se extendían sobre la costa del Río Paraná, desde el arroyo de la Matanza al sur hasta el Arroyo Salinas (hoy Ludueña) al norte. Fue justamente por el punto medio de la rivera, en la desembocadura del Arroyo Saladillo donde tomó posesión de las mismas:

 "... en este paraje del Saladillo.... como a veintiocho leguas de la ciudad de Santa Fe cae entre medio del paraje que llaman de Salinas y matanzas... dí posesión al Capitán Luis Romero de Pineda de las tierras referidas y le coxí por la mano y lo metí en posesión  real y actual jure domine belcuasi de dichas tierras de día claro como a las quatro de la tarde en concurso de gente y en señal de posesión...y esto en dicho paraje del Saladillo en veintisiete del mes de Diciembre del año de mil  seiscientos i ochenta nueve en este papel comun a falta del sellado..."

Conocido como el Pago de los Arroyos, la posterior subdivisión de sus tierras por venta o sucesión se hizo por lonjas paralelas con frente al Paraná y cuyos fondos se extendían hasta dar con la jurisdicción de Córdoba.

En 1873 la Municipalidad creó  las aldeas de San Francisquito al oeste, Ludueña al norte y  Saladillo al sur, hoy Roque Sáenz Peña.

“Rosario entre dos siglos (1890-1910)” Fotografías de Santiago y Vicente Pusso. Escuela Superior de Museología de Rosario. Editorial Municipal de Rosario. 2007

El Saladillo

Saladillo se encuentra en el límite sur del municipio, ocupando las parcelas heredadas originalmente por una de las hijas del Capitán Romero de Pineda, Doña Juana Romero de Pineda de Gómez Recio. Entre los bienes declarados por dicha señora en sus tres testamentos figuran: “.....una estancia poblada en una legua intitulada la concepción en el camino de buenos aires con todos ganados mayores y menores….”

En una rinconada en la desembocadura del arroyo al Paraná se encontraría su casa y el oratorio, donde veneraban a una imagen de Nuestra Señora de la Concepción, que le diera  nombre a la estancia.

A Juana la heredó su hijo, Juan Gómez Recio y a este, su esposa y sus tres hijas. La lonja mantuvo a través del tiempo sus dimensiones originales. Hasta la primera mitad del siglo XIX, y a pesar de las sucesivas sucesiones y compra-ventas habidas, éstas siempre fueron entre diferentes miembros de una misma familia, lo que permitió su unidad.

Otros propietarios posteriores a los sucesores de la familia Gómez Recio fueron Manuel Salvatierra, Timoteo Gordillo, Jaime Peters, Rayband y Cia., Luis Sauce y Cía, Pedro José de Rocha y Juan Frías.

En 1863 Julián de Bustinza confeccionó la mensura judicial de estos terrenos  conocidos como los Molinos del Saladillo. En 1881, los herederos de Juan Frías los vendieron a Don Manuel Arijón.

Casa Arijón

Manuel Arijón nació en Cayón, La Coruña, Galicia, España en 1841 y falleció en   Rosario en 1900. Llegó con su padre a Montevideo a los 16 años, de donde, dos años después, vino a afincarse a Rosario. Luego de desempeñarse como dependiente de un almacén, se independizó, estableciendo una caballeriza y adquiriendo terrenos para la cría de forrajes. En 1879 viajó a Galicia  a ver a sus padres, visitando en Francia los baños de Luzon, en busca de alivio a dolencias que lo afectaban. De regreso en Rosario adquirió las tierras de Juan Frías sobre el Saladillo y allí comienza a darse baños, que como los de Europa, por su contenido de sales y yodo, le producen mejoría y marcan el comienzo de los famosos “baños del Saladillo”.

Fue propietario de novecientas manzanas que limitaban al este con el río Paraná y al sur con el arroyo Saladillo y el puerto Plaza, nombre que le puso Don Manuel en reconocimiento al ministro que le dio la concesión. La zona era por entonces de potreros para vacunos y forrajes, con movimiento portuario de salida de frutos y alfalfa.

Arijón canalizó el cauce del Arroyo en un sector anegadizo conocido como boquerón o barrancas sur y ejecutó un dique, conformando así el brazo norte. En 1886 construyó una pileta en forma de media luna que era alimentada por el agua del arroyo Saladillo, dotándola luego de una importante infraestructura de vestuarios, casillas para baños de inmersión individuales y el  restaurant "Los Baños". La concurrencia era  tan numerosa que varios medios de locomoción hacían el recorrido desde diferentes puntos del centro: un servicio de galeras,  una línea de tranways que salía de la Plaza López, y el vapor "La Abeja" que partía por el Paraná desde el actual Parque a la Bandera hasta puerto Plaza. Los baños se constituyeron en un hito urbano distintivo de la ciudad.

Manuel Arijón edificó su residencia a la que llamó "Villa Fausta", en homenaje a su esposa, y varios chalets más de estilo italianizante que contaron con servicio de agua corriente y luz eléctrica. El barrio adquirió  un carácter homogéneo y fue elegido por la clase alta rosarina en épocas veraniegas.

A su muerte sus numerosos herederos vendieron los terrenos y la línea de tranway a la Sociedad Anónima El Saladillo. Ésta puso en venta lotes y casas conservando las características residenciales de la zona. Ofrecía financiación sin intereses, grandes facilidades de pago y hasta la exoneración del pago de impuestos de edificación por cinco años. A los comercios ya existentes: fonda, panadería, comisaría, etc., se sumaron la apertura clubes, tiro a la paloma, escuelas, hospital y cines. Se adoquinaron las calles. Las construcciones eran de tipologías más variadas, pero conservando el carácter del barrio: no había más de dos o tres casas por manzana. Los lotes al este de calle Ayacucho eran de dimensiones pequeñas y eran  los destinados a las residencias. Al oeste de esa calle eran mayores y eran para las quintas.

En 1907, el  frigorífico norteamericano Swift adquirió terrenos entre el Paraná y el Saladillo, en los que comenzó a edificar sus instalaciones. A partir del funcionamiento del frigorífico, en 1924, cambia por completo la fisonomía del lugar. El diario La Capital en una nota del 30 de diciembre de ese año mencionaba el movimiento portuario producido por el inicio de los embarques de carne del frigorífico. Los olores que producía alejaron a los propietarios hacia  la zona de Alberdi, y cambió el grupo social que lo habitaba. El Swift ocupaba a casi diez mil obreros, la mayoría inmigrantes de la Europa central, polacos y lituanos, que serían los nuevos vecinos del lugar. Llegados mayoritariamente sin documentación, desconociendo nuestra lengua, y con bajos recursos, eran contratados por el frigorífico en condiciones en las que todavía no contaban aún las leyes de trabajo  ni las obras sociales. 

En 1928 se creó el matadero municipal, otra fuente de trabajo  que atrajo al barrio a más familias obreras.  La trama urbana se compactó, subió el valor de la tierra y se lotearon las antiguas villas, que cambiaron de uso.

Por 1944 el Banco Hipotecario Nacional otorgó créditos accesibles para la construcción de viviendas en terrenos particulares.

Aparecieron también algunos asentamientos precarios, que fueron creciendo hasta hoy en todo el cordón periférico de la ciudad. Villa Manuelita fue uno de los primeros y debe su nombre a Doña Manuela, esposa de Don Cayetano Rodríguez, propietario de las tierras donde se asentó.

En 1937 los baños fueron nuevamente vendidos a la Sociedad Baños y Parque del Saladillo, de origen municipal. El número de bañistas fue decreciendo, las instalaciones se deterioraron y los desperdicios arrojados al arroyo por criaderos, frigoríficos y basurales lo contaminaron, convirtiéndolo en un peligroso foco de infecciones. Finalmente en 1965 se cerraron los baños y en 1977 la Municipalidad decidió su demolición. Tras su clausura, se cegó el brazo del arroyo que los alimentaba.

En 1992 se inauguraron nuevas piletas a metros del lugar. Si bien cumplen una eficaz función a nivel barrial y llevan también el nombre de Balneario del Saladillo, no reemplazan en la memoria colectiva de los rosarinos a los antiguos baños.

 

Los Baños de Saladillo. “El museo revelado”. Museo de la Ciudad. Borsellino Impresos. 2006

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