7 de mayo de 2019

El rosarino que cautiva a París con la única ópera que Piazzolla compuso

Federico Sanz es un violinista de 31 años que nació y se crió en barrio Martin, a unas pocas cuadras del Monumento, fue a la primaria en la Bernardino Rivadavia, e hizo la secundaria en el Normal 2. Reside hace diez años en Francia, donde creó y dirige la Orquesta La Grossa. Junto al coreógrafo Matías Trípodi y al director de orquesta Nicolás Agullo produjeron la ópera María de Buenos Aires (única ópera de Ástor Piazzolla), que estrenó el viernes en la Ópera Nacional del Rin.

“María de Buenos Aires” es el espectáculo más esperado de la temporada alsaciana, y con entradas ya casi agotadas, fue producida durante los últimos dos años con 16 bailarines (que harán tango en clave de danza contemporánea) que son del Ballet de la Ópera Nacional del Rin, y con cantantes y músicos de Latinoamérica. Surgió en el 2017 cuando el director del Ballet de la Ópera Nacional del Rin, Bruno Bouché, los invitó a participar del Festival Arsmondo dedicado enteramente a la Argentina. 

Buscando respetar la estética de Piazzolla y al mismo tiempo proponer una versión nueva de “María…”, Trípodi convocó a La Grossa, una de las orquestas típicas más importantes de Europa, para aportar todos los yeites característicos del tango. Habitualmente dirigida por el violinista Federico Sanz, será especialmente dirigida por el tucumano Nicolás Agullo, y Federico se concentrará, esta vez, en ser el violinista solista.

En diálogo con Rosarioplus.com, Federico Sanz recordó sus comienzos como músico en la ciudad: “Empecé a tocar el violín a los seis años. Pero en realidad todo empezó cuando tenía cinco: un día mi papá, que era violoncelista, me llevó a la orquesta y me preguntó: ¿te gusta algún instrumento? Y yo le señalé un violín. Me preguntó: ¿estás seguro que no querés tocar el violoncelo como papá? Pero después de mi respuesta fue ‘quiero tocar el violín’. Me trajo un instrumento para que empezara a jugar y a familiarizarme. Así que después de unos meses empecé a tocar, y mi abuela me enseñaba solfeo. Poco a poco se fue transformando en algo más serio y un momento me di cuenta de que era parte de mi vida y de que quería dedicarme a eso”.

El pequeño acompañaba todos los fines de semana a Buenos Aires a su papá Federico Sanz Molo, quien trabajaba en el Teatro Colón como lutier y tomaba clases con el violinista Pablo Saraví. También el pequeño Federico tomaba clases en Buenos Aires, él de violín con Pablo Agri. “Argentina me permitió, desde siempre, tener una formación musical de excelente calidad: con grandes profesores y en los grupos que tuve la suerte de integrar”.

Cuando tenía diez, formó parte varios años de una orquesta de cámara que se llamaba Amadeus, y ya de adolescente integró las orquestas de Rodolfo “Cholo” Montironi y de Javier Lo Re.

La idea de salir de Argentina apareció cuando el director de La Grossa tenía 16 años, y Francia fue un destino que se impuso después de haber ido al Festival de Campos de Jordao en Brasil donde conoció a muchos grandes violinistas franceses.

 

 

Sanz comenzó su carrera en Rosario y ahora dirige la orquesta 
de tango en París, reconocida usina del estilo de los arrabales.

“Me fui a los 21 años, en el 2009. Ya había integrado la Orquesta Sinfónica de Rosario y pasado también un concurso para la Orquesta de Cámara de Rosario”, rememoró con cariño sobre sus inicios. En el 2009 arribó y se afincó en la Casa Argentina en París. Es una residencia para estudiantes argentinos que depende del Ministerio de Educación de la Nación y está ubicada en un lugar que se llama Ciudad Internacional Universitaria de París, donde viven miles de estudiantes extranjeros de todas las disciplinas posibles.

 

Fuente: Rosario Plus