20 de mayo de 2019

Festival Anfibio. Día uno: el cuerpo y el amor

Motorizado y coordinado por la gestora artística Lila Siegrist y el periodista y escritor Cristian Alarcón arrancó este jueves el primero de los encuentros del llamado Festival Anfibio donde figuras de la cultura ponen en acción charlas y reflexiones sobre temas bien contemporáneos

¿Se puede pensar el amor sin el cuerpo? ¿Y el cuerpo despojado de todo amor? Cuando hablamos de amores la referencia al cuerpo es, en algún momento, inevitable. Los ojos, la mirada, la piel, las caricias, la boca, los besos, el aroma. El deseo. El deseo del cuerpo. De quererlo, de cuidarlo, de penetrarlo. ¿De poseerlo?

El objetivo era provocar. Provocar la charla, las confesiones, los argumentos. Incitar la reflexión. Seducir al pensamiento. El amor sin cuerpo es una idea abstracta. Cuando el amor se hace deseo, toma cuerpo. Se me ocurre que los organizadores de Pensamiento Contemporáneo, el festival que la revista digital Anfibia organizó en Rosario con el apoyo del gobierno de la provincia de Santa Fe tuvo en cuenta estas variables cuando decidió poner en el mismo día y a continuación las mesas cuerpo y amor.

La iniciativa de convocar a pensar surgió del diálogo entre la curadora del festival, Lila Siegrist, y el director de la revista Anfibia, Cristian Alarcón, a partir de una primera experiencia de entrevistas en el teatro El Círculo.

Abundancia de preguntas, proliferación  de respuestas

Las charlas que estaban proyectadas en dos bloques comenzaron a las 18.30 y la cita era en el Centro Cultural Parque de España. A las 18 la gente ya estaba iniciando la cola que le permitiría entrar al auditorio. Algunos distraídos se dejaron atrapar por la performance que se instaló en el túnel 4. Sinfonía Big Data fue la primera de las múltiples interpelaciones en forma de interrogación que invitaban a reflexionar. Pero los que habían estado un poco más atentos a la programación del evento sabían que podían visitar la instalación en el corte de las 19.30 y decidieron preservar su lugar en la fila, que era cada vez más larga. Y es que las mesas prometían.

El primer bloque tuvo como eje central el cuerpo. En las mesas de debate, sean académicas o periodísticas, suele haber una persona que cumple el rol del moderador. Es la persona que cede o quita la palabra, que ordena las intervenciones. Pero este festival no quiere moderación, sino todo lo contrario. Quiere la abundancia de preguntas, la proliferación de respuestas. Quiere que las palabras sean muchas y las voces, diversas. Para demostrar la actitud irreverente, descontracturada y por fuera de la retórica de las intervenciones públicas, decidieron nombrar a a un provocador. En los anuncios la primera provocadora sería María Moreno. Aunque en la práctica quien ocupó oficialmente ese lugar fue Tamara Tenenbaum que disparó preguntas para los integrantes de la mesa: ¿Qué es un cuerpo bello? ¿Qué es un cuerpo sano? ¿Quién decide? ¿Qué límites se corren cuando se elige mostrar y marcar cuerpos para ser exhibidos como obras de arte?

Quienes estuvieron a cargo de las respuestas fueron Nicolás Cuello, Diana Maffía, Nicola Costantino, Paula Rodríguez, Topacio Fresh y la gran María Moreno. Se habló de convenciones, de idealizaciones, de cuerpos sometidos a las tensiones del mercado, de cuerpos normativizados, erotizados, mercantilizados. De la violencia sobre los cuerpos: la social, la estatal, la de los pares.

Las butacas no alcanzaron para la cantidad de interesados, y los que llegaron más tarde colmaron también el Túnel 3 donde se proyectaba en vivo y en directo lo que sucedía dentro del auditorio.

Fuente: El Ciudadano