3 de agosto de 2020
Economía del conocimiento para la innovación social
Una marca de anteojos de madera de Rosario descubrió una comunidad con vocación de trabajo colectivo, y hoy son socios en la nueva cooperativa enfocada en el desarrollo de la comunidad rural.
Durante las últimas décadas del siglo XX los países más desarrollados del mundo comenzaron a hablar de economía del conocimiento. Esto es poner el saber en el centro de la estrategia de desarrollo con el objetivo de innovar, agregar valor y aumentar la productividad. Así surgieron las nuevas industrias como el software y otras se rejuvenecieron con la incorporación de ésta tecnología.
Mientras esto sucedía, capitales internacionales de crédito se especializaban en un modelo de negocio cada vez más especulativo a través de la estrategia de valorización financiera con altas tasas de interés. En este modelo económico la inversión en producción e innovación pierde rentabilidad frente a la inversión en "bicicleta financiera". Por lo tanto las industrias cierran, los trabajadores son despedidos y la pobreza aumenta, siendo los países menos desarrollados los más castigados.
Por ésta razón, los países no-desarrollados o semidesarrollados tenemos la oportunidad de pensar el desarrollo desde la economía del conocimiento para alcanzar competitividad y también para dar soluciones a las necesidades de los más afectados poniendo el foco en la innovación social.
En este sentido, un caso significativo es el de la Isla de Madeira de Portugal donde artesanos buscaron recuperar competitividad frente a productos estandarizados importados. Para ello vincularon del saber de los ingenieros industriales, la productividad de las fábricas y el trabajo de los artesanos. Así la región bajó los tiempos de fabricación, aumentó las cantidades producidas y ganó competitividad ocupando mano de obra local.
Inspirados en éste modelo, en la provincia Santa Fe se está desarrollando un ecosistema abierto en el que se encuentran universidades, institutos tecnológicos y organizaciones de la sociedad civil. Éste tiene el propósito de incorporar artesanos rurales de las comunidades del norte en una cadena de valor de elaboración de anteojos hechos en madera combinando el saber tradicional con tecnología de punta.
La propuesta surgió desde Atemporal, una marca de anteojos de madera de Rosario que a través de una colaboración con artesanos del norte de Santa Fe descubrió una comunidad con vocación de trabajo colectivo, y hoy son socios en la nueva cooperativa enfocada en el desarrollo de la comunidad rural. Si la pandemia lo permite en octubre estarán lanzando la primera temporada de sol realizada íntegramente en la comunidad del norte santafesino.
Sin dudas la innovación social no puede ser el único camino adoptado desde la economía del conocimiento. Pero es evidente que no puede faltar el foco en las personas para alcanzar una estructura social y económicamente justa y sostenible.
Por Gerónimo Aguilar - Docente de Historia UNR y presidente de Cooperativa de Trabajo Atemporal
Fuente: LaCapital