29 de junio de 2021

Heroínas anónimas de la pandemia del coronavirus en Rosario

Son madres y estudiantes de la carrera de enfermería de la UNR que desde el año pasado forman parte del programa de voluntariado que lleva adelante el Ministerio de Desarrollo Social.

La pandemia del coronavirus las puso en un lugar inimaginable hacia principios del 2020, año en que comenzaban a cursar la carrera de enfermería en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Daiana, Aldana, Tamara y Ailen cambiaron las aulas de la UNR por visitas territoriales a los barrios más vulnerables de la ciudad. El año pasado dieron vida a una red de voluntariado que hoy tiene a más de 200 integrantes que recorren la ciudad brindando asistencia en tiempos de confinamiento.

En septiembre del año pasado, el gobierno de la provincia de Santa Fe junto a los ministerios de Salud y Desarrollo Social comenzó a diagramar un sistema de voluntariado con estudiantes de las carreras de Ciencias Médicas. Hoy es una red cada vez más grande que realiza hisopados, entrega módulos alimentarios puerta a puerta y va en busca de adultos mayores que aún no se hayan inscripto en el cronograma oficial de vacunación.

Daiana Sequeria cursa el tercer año de la carrera de enfermería en la Universidad Nacional de Rosario y es mamá de un nene, de 14 años, y una nena, de 7. “Desde el minuto uno de la pandemia, nos pusimos a disposición, con miedo porque era algo nuevo pero afrontamos el desafío. Mis hijos entienden todo y nos apoyan. Nos dan fuerza para iniciar cada día de voluntariado. Nosotros lo definimos como un acto de entrega y de amor, porque estamos aportando lo nuestro para construir un mundo mejor”, asegura Daiana.

“La mirada mía y la de todos mis compañeros es que estamos haciendo historia. Brindando nuestro corazón en un momento tan crítico como este”, dice Aldana Bianchi mientras encabeza uno de los operativos en el barrio Vía Honda.

“Arrancamos en septiembre pasado con el voluntariado. Éramos apenas 10 personas y hoy ya somos más de 200 estudiantes de enfermería y medicina que estamos colaborando en Rosario. Ingresamos como voluntarios gracias al Ministerio de Desarrollo Social, por eso quiero destacar el trabajo que hacen. Están agregando más puntos de testeos para evitar que la gente tenga que recorrer largas distancias para hisoparse. El Estado está yendo a cada barrio en busca del vecino, tenemos un gobierno presente en cada punto de la ciudad”, aportó la voluntaria en una de las tantas recorridas por la ciudad.

El trabajo del Ministerio de Desarrollo Social consiste en buscar a personas mayores que no se hayan vacunado. Las registran en una planilla a la espera de que se le asigne un turno para inocularla. Son abuelos y abuelas con escasos niveles de alfabetización y, en otros casos, adultos mayores sin acceso a internet.

Aldana, Tamara y Daina, además de estudiantes y voluntarias, son madres. “Les planteo a mis compañeros que estamos haciendo historia. Jamás pensé que podía estar en este lugar, batallando contra la pandemia. Más allá de que nunca lo imaginamos, sentimos orgullo. Estamos orgullosas de mis compañeros y compañeras que le ponen fuerza, garra y mucho corazón”, afirmaron.

“Para los que venimos cursando en una facultad pública, estar en el territorio nos abre la posibilidad de conocer y vivir en el lugar lo que está pasando con esta pandemia. Estamos haciendo historia. Yo soy madre y me emociona saber que el día de mañana le voy a poder contar a mi hija que yo fui parte de esto. Se me congela la sangre. Estamos tratando de salir de la pandemia y nosotros estamos siendo parte, colaborando como estudiantes y como personas. Todos mis compañeros y compañeras sienten lo mismo”, dice Aldana.

En otra punta de Rosario, en barrio Ludueña, Tamara asegura estar orgullosa de formar parte del plan de voluntariado organizado por Desarrollo Social y agrega: “Por suerte hay un Estado presente que piensa en los abuelos y los busca para anotarse al programa de vacunación. En pocas palabras, el Estado les está salvando la vida. Yo tengo un hijo de 12 años y siento que el día de mañana, cuando le toque estudiar esta pandemia, sabrá que mamá estuvo presente. No sé si con nombre y apellido, pero cuando se nombre a Desarrollo Social sabrá que yo fui parte”.

Para Ailen, otra de las voluntarias presentes en barrio Ludueña, la pandemia le dio una oportunidad: la posibilidad de ayudar. “Comenzamos a estudiar en el 2020 y entramos a la facultad, un mundo nuevo para nosotras, y de golpe nos encontramos con la pandemia. Todo fue raro y difícil, pero enseguida nos pusimos a disposición para colaborar con el Ministerio de Desarrollo Social y hoy podemos decir que estamos haciendo historia”, resume.

Fuente: elciudadanoweb.com