28 de septiembre de 2021

Rosarinos se asociaron a una empresa para fabricar canilleras de fútbol con residuos plásticos

Parte de la producción es donada a clubes de barrio para ayudar a los deportistas que entrenan en sus instalaciones. Historia de un proyecto que inició hace tres años y hoy busca expandirse.

Cuando a sus quince años Tomás Machuca decidió fabricarse sus propias canilleras de fútbol para entrenar, nunca pensó que de esa idea podía surgir un negocio. Tan solo dos años después y junto con un amigo decidió crear Fenix, marca con la que actualmente producen canilleras personalizadas utilizando residuos plásticos.

La buena recepción que recibieron de sus clientes motivó a que el equipo se agrande y se sumaran nuevos proyectos. Hoy, realizan campañas de recolección de residuos en clubes barriales a los que les donan una parte de la producción y vienen de asociarse a una empresa especializada en reciclaje.

Historia de un emprendimiento de triple impacto que busca aportar a la comunidad beneficios sociales, económicos y ambientales y que tiene a un grupo de jóvenes rosarinos detrás.

Ante una necesidad, una solución

Todo comenzó una tarde del 2017, durante un entrenamiento en el club Tiro Suizo donde Tomás jugaba al fútbol. El joven contó que ese día un compañero sin querer le pegó en los tobillos y le rompió sus canilleras nuevas por lo que decidió volver a su casa e intentar hacer las suyas propias con los materiales que tenía a mano.

"A mis papás les había costado comprarlas y no quería que volvieran a gastar plata así que busqué en internet cómo se armaban unas caseras. Usé unos baldes de plástico para sacar los moldes, una goma eva para cubrirlos y también le puse fotos para decorarlo y hacerlo personalizado. Realmente quedaron bien, la gente me preguntaba donde las había comprado y como me daba pudor decir que las había hecho yo mentí", contó el emprendedor.

No fue hasta dos años después que se le ocurrió retomar aquella idea y fundar su propio negocio. Junto con un amigo empezaron a fabricar canilleras aprovechando un contacto que tenía en el sector de la construcción y que les facilitaba algunos tubos de PVC que sobraban de las obras. Así fue como el emprendimiento comenzó a crecer y así nació Fenix, marca bajo la cual englobaron sus productos. 

Modelo de canilleras hecha por los emprendedores.

 

La iniciativa logró una buena recepción y Machuca destacó que llegaron a vender 200 canilleras en un año. "Pudimos validar lo que hacíamos, probar que generaba un real interés. La gente nos mandaba fotos, nos decía cómo quería que fuera el diseño y nosotros se la armábamos", explicó. Si bien los resultados eran positivos, ya en ese momento se dieron cuenta de que quería darle un giro al proyecto y fortalecer su costado social.

Así fue como unos meses atrás, los emprendedores se volcaron a una meta solidaria. Ya para ese entonces el equipo se había agrandado juntos decidieron involucrar a los clubes de barrio en el proyecto. La idea consistía en cambiar los tubos de PVC por canilleras hechas a partir de residuos plásticos y realizar campañas de recolección en dichos lugares.

"Los clubes son las plataformas que usamos para aprovechar ese sentido de pertenencia que se genera en el barrio y fomentar la misión que tenemos".

El emprendedor explicó que según estimaciones las personas tiran alrededor de dos kilos de plástico por mes: "Nosotros estamos buscando establecer un modelo 1x1, esto implica que por cada para de canilleras que se venden le regalamos otra a los chicos que juegan al fútbol en el club y así también fomentar el hábito de reciclaje en las familias", destacó el emprendedor. 

De esta forma, se crean puntos de recolección donde la gente puede dejar sus plásticos los cuales deben estar limpios y sin etiquetas. A su vez cuentan con distintos tachos divididos por tipo de plástico para tenerlos separados y que sea más fácil el trabajo previo. Entre los espacios elegidos para trabajar se encuentran el Club Infantil Oriental, el Club Grandoli y el Club Atlético María Madre La Lata en la zona sur

"Los clubes son las plataformas que usamos para aprovechar ese sentido de pertenencia que se genera en el barrio y fomentar la misión que tenemos. Lo que más nos interesa es poder solucionar el problema de salud pública que hay en los barrios por la acumulación de estos residuos por eso allí damos cursos a las personas sobre la importancia de separar los desechos en orgánicos y no orgánicos, entre otros ítems", indicó Machuca.

Hay equipo

Si bien venían vendiendo entre 50 y 60 pares por mes, unas semanas atrás los jóvenes decidieron poner en stand by la comercialización con el objetivo de consolidar el sistema de producción actual y poder trabajar a mayor escala. 

Para esto, establecieron una alianza con la empresa rosarina de RCP Reciclados de caucho y plástico), quienes se encargan de todo lo referido a su procesamiento. Se trata de una firma de "tipo B", como comúnmente se llama a aquellas que buscan utilizar las fuerzas del mercado para dar respuesta a problemas sociales y/o ambientales dentro de su sociedad.

"Hoy somos cinco los que estamos al frente del proyecto y nos encargamos de distintas áreas como ventas, marketing, diseño, producción y distribución. A su vez, como parte del impacto social, decidimos incorporar a otros chicos que están sufriendo alguna problemática de vulnerabilidad para enseñarles lo que nosotros hacemos y que se integran en un puesto de trabajo", contó Machuca y agregó que ya dos jóvenes se sumaron a participar.

Además, los emprendedores se encuentran validando un proyecto paralelo que consiste en armar su propio club con academia de fútbol en el barrio La Sexta, en la zona sureste de Rosario de donde es Machuca. 

"Estamos haciendo los trámites para ingresar a la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón y el día de mañana poder tener nuestro lugar".

En este sentido, señaló que junto a algunos compañeros realizaron un curso en la Fundación River Plate para aprender sobre metodología en el deporte y que hoy en día ya se armó un grupo de chicos con los que practican en el playón del Parque Urquiza.

"En el barrio ya hay un club que es el Unión y Fuerza donde los chicos pueden jugar hasta los trece años entonces lo que hicimos fue empezar reunirnos con pibes de entre nueve y 17 años en el Parque. Cada vez se fueron juntando más así que ahora los dividimos en categorías para practicar y estamos haciendo los trámites para ingresar a la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón y el día de mañana poder tener nuestro lugar propio", consideró Machuca.

 

Fuente: ECOS365