16 de mayo de 2022

La conquista de derechos, y de las canchas: los torneos de inferiores, la emoción y los desafíos

Este fin de semana comenzaron los campeonatos de las divisiones menores femeninas de la Rosarina. La importancia de generar espacios y oportunidades para que el sueño de jugar al fútbol y competir sea una realidad, y que ya nadie se quede sin lugar

“Estoy nerviosa”, dice la arquera de Newell’s sub 12 que porta la cinta de capitana, en la entrada en calor del equipo. A Renata se le escapó una pelota. Su entrenadora es Brunella Piccini, jugadora de la Primera de la Lepra y para calmarla le dice: “No pasa nada”. Y sigue precalentando. “Andá vos a hacer el sorteo que sos la capitana”, se escucha en la cancha 3 de Malvinas donde la categoría sub 12 del rojinegro jugó contra Unión Americana.

Mientras tanto, en la cancha 2, una pregunta entre la multitud que está pegada al alambrado rompe el sonido de la mañana del domingo: “¿Quién es la 2?”. “Es mi hija”, responde la mamá de la pequeña de menos de 10 años que viste la camiseta de Gálvez y se enfrenta a Central. En el mismo sector, un grupo de niñas, llenas de ansiedad, preguntan a qué hora les toca jugar.

 

El torneo de inferiores de la Asociación Rosarina volvió a copar los clubes y tuvo este fin de semana su estreno en el 2022. Son 16 los clubes que participan.

En Rosario se vive una realidad que era impensada hace unos años. La institucionalización de los torneos de fútbol femenino, y su obligatoriedad para los clubes, hizo que, en un muy corto período de tiempo, muchas mujeres y niñas coparan las canchas cada fin de semana.

Los torneos, además de darle oportunidades a las niñas de practicar y competir, le brinda espacios a las jugadoras más grandes para poder formar a las próximas generaciones. Muchas de las entrenadoras, además, son profesoras de educación física y cuentan que en las escuelas las nenas piden jugar al fútbol. Porque el fútbol no tiene género y no tiene techo.

El desafío ahora es que las instituciones estén en condiciones para recibir este tipo de eventos. Que las canchas estén bien, que haya baños y vestuarios adecuados. Que los árbitros y las árbitras también formen parte de la revolución. Que quienes estén a cargo de la formación de las futbolistas tengan las herramientas para hacerlo y que no se envicie de lo negativo del masculino.

 

Es momento de estar a la altura. Por todas aquellas niñas a las no pudieron jugar sólo por ser mujeres. Por todas las mujeres que, en otro contexto, tal vez más difícil, lucharon, muchas veces en soledad, por contar con estos espacios.

En las dos tribunas hay mamás, papás, hermanos, hermanas. Hay familias y profes. Hay emoción y orgullo. Y están ellas, las que esperan por entrar a jugar.

Fuente: elciudadanoweb.com