29 de junio de 2023

Colorín colorado: vende sus cuentos en la calle y a los 74 años publica su primer libro

Este cuento no se ha acabado, quizás recién empieza: se trata de la historia de Beatriz Leroy, quien hace años comercializa sus creaciones infantiles escritas a mano en las esquinas de Rosario. Una periodista la descubrió, contó sobre sus creaciones, y una editorial decidió hacer su sueño realidad. Para la escritora, los cuentos son los "juguetes del alma" de los niños y niñas. Por Sabrina Ferrarese

Un grillo que le da una serenata a la luna, un leñador que duerme en las ramas de un árbol, una niña en bicicleta. Cielos cargados de estrellas, bosques perfumados de flores, perritos y niños cariñosos. El universo que Beatriz Leroy está hecho de palabras preciosas que encuentra por casualidad. Las apila, una a una, hasta que juntas, brillan. Esos destellos son historias fantásticas para los niños, y para los adultos que se dejen llevar, y que plasma en sus cuentos, ésos que vende en las esquinas de Rosario.

Como si de un cuento de hadas se tratase, los escritos ambulantes que Beatriz escribe desde adolescente en los papeles que encuentra, incluso en el reverso de los números de la Lotería – en plena pandemia, acorralada por la falta de trabajo decidió fotocopiar y venderlos en la calle– fueron reunidos en un libro llamado “Los Cuentos de la abuela Betty”, de la editorial Subez. Este jueves a las 16.45 será presentado en Beat Memo, bulevar Oroño 107 bis. Allí mismo, quienes deseen podrán comprar un ejemplar -se imprimieron 100 ejemplares a 2500 pesos cada uno-. 

El libro de Beatriz en muy buenas manos.

Había una vez

A los 74 años, Beatriz Leroy se convirtió en una escritora propiamente dicha, una autora de literatura infantil publicada. Podría ser un “colorín colorado”, el final feliz de una fábula en la que ella es la protagonista. Pero, más allá de la magia que envuelve el sueño convertido en realidad, en este caso la añoranza de ver su nombre en una tapa, puede que sea el comienzo de una nueva historia.

Rosario3 descubrió a Betty ofreciendo sus obras para niños y niñas a los automovilistas, cuando el semáforo le daba permiso para colarse entre los coches. Era plena pandemia, en 2022, no podía continuar su trabajo de cuidado de enfermos por lo que vio una posibilidad de sumar un ingreso económico con la comercialización de los cuentos y poesías que escribe desde los 15 años. Por entonces, un amigo la ayudó a fotocopiar sus textos de puño y letra que ofrecía a 150 pesos.

Algunos meses después de que se publicara la nota de Betty, su autora, la periodista Belén Bertero, recibió el mensaje de una antigua compañera de trabajo, Estefanía Faerman, quien se desempeña en la editorial Revuelta Literaria, un movimiento cultural que hace 10 años promueve el arte de modo colaborativo y social en San Nicolás de personas desconocidas. Después de un año de trabajo, en el que reunieron fondos de manera colaborativa, el libro es un hecho.

Los cuentos de la bisabuela Beatriz reunidos en un libro didáctico.

“Me está pasando algo maravilloso, voy a hacer mi primera publicación, "Los Cuentos de la abuela Betty". Para mí es algo emocionante haber podido llegar a hacer la presentación de una parte de mis libros porque hay varios tomos más que tengo escritos, muchos los perdí en 3 robos que sufrí”, comentó en contacto con Rosario3.

La periodista Belén Bertero me descubrió después de estar mucho en la calle y ella hizo llegar mis cuentos a Revuelta Literaria. Estoy maravillosamente entusiasmada de que mis cuentos hayan llegado a la editorial Subez”, continuó sobre la publicación que además de textos, integra ejercicios plásticos. “Yo quise que el niño lo haga propio como un juguete del alma, así tienen que ser siempre los cuentos, con dibujos que se asemejen a la mano del niño, porque deja el corazón dibujando”, resaltó.

Beatriz vendiendo sus libros en la calle.

Escribir la vida

Beatriz trabajó muchos años en la industria textil de manera irregular. Cuando se hizo grande, comenzó a cuidar enfermos. “Siempre me gustó escribir y escribía en cualquier papel que encontraba, lo que sentía en el momento. Cuando salía de trabajar a la mañana no me quería ir a dormir porque quería ver la vida y fue así que escribí mi poesía y algunos cuentos”, sostuvo. Y recordó: “Primero, lo que más usaba para escribir eran las hojas de la Lotería. Entonces, yo le decía a la gente que no mire del otro lado poque se veían todos los números”.

“Yo siempre llevaba hojas para escribir lo que surgiera hay algunas personas que me conocen como la señora que regala cuentos porque en distintas circunstancias veía chiquitos en la calle y les regalaba un cuento”, agregó esta mujer que tiene 5 hijos que le han regalado nietos y bisnietos.

Puño y letra de Beatriz.

Consultada sobre su inspiración a la hora de crear sus relatos, la “abuela” Betty confió que es la “vida”. Puede derpertarla desde una palabra en un cartel hasta alguna experiencia: “Una vez vi que en la plaza Pringles habían puesto varios globos y cuando terminó la actividad, quedó uno solo olvidado. No recuerdo las palabras exactas de la poesía que escribí, pero fue sobre la tristeza de ese globo que había quedado solo. Fue una poesía sobre ese momento exacto”, precisó al tiempo que resumió: “Escribir me llena parte del corazón”.

Las ganas de contar fueron nutriendo sus textos, que no fueron pulidos, en cambio, por conocimientos académicos. Beatriz cursó la escuela hasta sexto grado y hoy tiene planes de estudiar Oratoria: “Si me hubiesen empujado en todas estas cosas yo ya hubiese publicado, sin nada de ego, hubiese tenido grandes ejercicios de literatura”, advirtió al tiempo que recordó con nostalgia a una maestra que le enseñó el uso de los puntos suspensivos en un relato que había escrito con solo 9 años.

Esa infancia que Betty tiene tan presente hoy con sus 74 años, se revela en su tono de voz dulce y una inocultable capacidad de asombro. Su imaginación, plagada de cientos de personajes y situaciones increíbles le permiten conservarse niña y a la vez, llevarse consigo a quienes lean sus cuentos. Cada historia es la posibilidad de detenerse en algún rincón de la ciudad, amontonándola entre los incesantes pensamientos del quehacer cotidiano, haciéndole lugar a la fantasía.

 

Fuente: Rosario3