27 de julio de 2016

Rosario al agua

Etel y Sofía Sánchez, dos deportistas de alto rendimiento en nado sincronizado, serán dos de las caras rosarinas que se verán en Río de Janeiro. Desde sus comienzos tempranos hasta su actualidad, siempre formándose en la ciudad. Marca 100% Rosario.

Por Emmanuel Paz

Argentina llevará a los Juegos Olímpicos de Río de janeiro 2016 una delegación integrada por, hasta el momento, 201 deportistas. Entre ellos se destacan varios nombres conocidos para nuestra ciudad, no sólo en las disciplinas de equipos, sino en las individuales donde el gran fuerte rosarino parece estar en el agua. Mientras que en Yatching estará Cecilia Carranza Saroli, acompañada por el experimentado Santiago Lange, en nado sincronizado, la ciudad será representada por las hermanas Etel y Sofía Sánchez, ambas formadas enteramente en el club Gimnasia y Esgrima de Rosario (GER). Las mellizas participarán en su segundo juego olímpico consecutivo, luego de haber viajado a la cita en Londres 2012.

Cabe destacar que el nado sincronizado no es una disciplina muy difundida a nivel nacional y GER es la única institución donde actualmente se practica en Rosario, concentrando aquí prácticamente la totalidad del equipo nacional de la disciplina.

En el caso de las mellizas Sánchez  todo parece indicar que, gracias a la madurez obtenida con el paso del tiempo - ya ambas tienen 26 años - y con el roce internacional que vienen teniendo en los últimos años, se afirmarán con mucha más autoridad en la  venidera competencia. Entrenando siempre en el amateurismo y sin recurrir a sponsors, las hermanas sellaron su clasificación a Río luego de conseguir un global de 157,65 puntos en la clasificatoria. Según afirmaron, su objetivo será ahora superar la marca de que obtuvieron en esa instancia y aspirar al puesto 17 por encima de Colombia, su rival más cercano. “Aprendimos a nadar mejor, físicamente, porque cambiamos los entrenamientos. Es un deporte que se actualiza año a año, entonces una vez que nos insertamos en el panorama internacional ya mejoramos mucho”, contaron.

Según relatan, comenzaron su entrenamiento en el nado sincronizado a los ocho años en Gimnasia y Esgrima por curiosidad, luego de ver a un grupo de niñas que practicaban junto a ellas, que en ese momento hacían natación. Hoy en día siguen en el mismo club donde trabajan junto a la cabeza técnica del equipo argentino, Mónica López, su ayudante Carina Roscoe y el preparador físico Ignacio Rodríguez.

Las mellizas también recordaron su primer Juego Olímpico, el de Londres, que lo vivieron como una importante experiencia, aunque sin haber podido tomar plena conciencia de lo que estaban experimentando. “Éramos dos nenas en un mundo enorme. No entendíamos la dinámica del juego todavía”, contó Sofía. Luego de esa experiencia, dejaron de concentrarse únicamente en la coreografía para empezar a apuntar a la excelencia. “Estamos más ambiciosas -dicen -. Vamos a ir en busca de un puesto”.

Sobre el nado sincronizado en la ciudad

Es preciso tener en cuenta que Rosario es la ciudad elegida por el seleccionado como búnker de entrenamiento, mayoritariamente por la comodidad de nuclear a la mayor parte del plantel.

Pese a esta suerte de exclusividad, el nado sincronizado no fue adoptado por otras instituciones locales. No es un deporte esencialmente caro, aunque sí puede ser de difícil acceso para muchos aspirantes. En primera instancia porque para practicarlo es indispensable contar con instalaciones adecuadas, lo que hace imposible hacerlo fuera de un club.  Otro factor a tener en cuenta es que no es posible que haya muchos nadadores practicando en simultáneo, ya que requiere la ocupación de varios andariveles.

Estas dificultades no resultaron un impedimento para que Rosario pueda tener dos atletas de alto rendimiento formadas en la ciudad. Sofía y Etel consiguieron progresar en la práctica, obtener roce internacional y competir junto a la élite de esta actividad, aunque a Argentina le falte mucho camino por en relación a potencias como Rusia.

El nado sincronizado

La competencia consiste básicamente en una serie de exhibiciones coreográficas en las que los nadadores individuales o en duplas son evaluados en una faz artística y técnica. En cada competencia los participantes presentan tres rutinas: una técnica, una libre y una final que también suele ser libre. Los jurados se dividen en dos grupos de cinco, y mientras que unos evalúan la impresión artística, los otros lo hacen con la técnica. Cada uno emite un puntaje de 0 a 10. Entre los aspectos que se miden, se destacan la creatividad y dificultad de las coreografías, y la calidad de la ejecución, sincronicidad y la fluidez en las transiciones.

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