27 de julio de 2016
Las casas de los Fernandez Díaz
Son dos edificaciones de profesionales de renombre como Augusto Plou y Alejandro Christophersen que ya forman parte del rico patrimonio arquitectónico de la ciudad de Rosario.
La familia Fernández Díaz mandó construir y habitó en dos importantes residencias de la ciudad, ambas enfrentadas a la plaza Pringles. La primera, ya demolida, sobre la calle Córdoba, con proyecto del arquitecto Augusto Plou y la siguiente sobre el actual Pasaje Álvarez, obra del arquitecto Alejandro Christophersen. Ambas constituyen un ejemplo del rico patrimonio arquitectónico que albergó y, en muchos casos, aún alberga la ciudad.
José Fortunato Fernández y Matilde Díaz se casaron en Rosario en 1876 y fueron la cabeza de una vasta descendencia. Tuvieron 10 hijos que dieron origen al rosarino apellido de Fernández Díaz.
José Fortunato era nieto de Doña Catalina Echevarría de Vidal, dama rosarina que confeccionó la bandera enarbolada por el Gral. Manuel Belgrano en Rosario en 1812.
Matilde Díaz, también descendía de antiguas familias lugareñas, con raíces que se remontan a los orígenes de la villa del Rosario.
José Augusto Fernández Díaz, uno de sus hijos, fue en la ciudad un importante genealogista, ingeniero civil e historiador, miembro de número de instituciones como la Junta de Estudios Históricos de Santa Fe, los institutos Belgraniano y Sanmartiniano de Rosario, de la Sociedad de Historia de Rosario, del Instituto Argentino de Ciencias genealógicas. Su valiosa biblioteca es actualmente parte de acervo del Museo Histórico Provincial Julio Marc y lleva su nombre.
La casa de calle Córdoba
La primera de estas construcciones fue obra del arquitecto Augusto Plou. Este era porteño y graduado en París, hijo de franceses. Su padre era maestro mayor de obras.
En Buenos Aires tuvo una actividad profesional muy prolífica. Aquí en Rosario podemos mencionar, además de esta casa, el edificio de la Escuela Gobernador Freyre, actual Normal N° 2, en Córdoba esquina Balcarce.
Para los Fernández Díaz, Plou proyectó en realidad un conjunto compuesto por tres viviendas en un gran lote de 18,5 metros de frente por 57 metros de fondo. Correspondían a la numeración 1543, 1545, y 1547 de la calle Córdoba. Su constructor fue José Frascoli y, habiéndose iniciado las obras en mayo de 1905, estuvieron terminadas en agosto del año siguiente. Su composición obedecía al academicismo francés, del que Rosario contó con numerosos ejemplos de calidad: este que nos ocupa y otros de arquitectos de la talla de Christophersen y Le Monnier.
La construcción tenía un ordenamiento de fachada completamente simétrico. Contaba con subsuelo, planta baja, dos pisos altos y jardín posterior. Los ingresos se agrupaban en el centro de la fachada. Las puertas laterales servían de ingreso a dos viviendas para renta en la planta baja. Más importante era la puerta central de ingreso a la vivienda familiar de los pisos superiores. El primer piso, el de la casa principal, repetía con aberturas abalconadas las caladuras de las puertas y balcones de la planta baja. Remataba con una mansarda sobre una ondulante cornisa que la separaba netamente del resto de la fachada.
En 1925, épocas en las que los niños de la familia jugaban con los autitos en la vereda, junto a una calle Córdoba, por entonces de adoquines de madera, Matilde Fernández Díaz de Navarro tenía dirección en el 1543 de esa arteria. En la guía social del año 1939, en el 1547 habitaban Hugo Fernández Díaz con su mujer y su hijo, y en el 1545, Doña Matilde Díaz de Fernández.
La construcción del Pasaje Álvarez
No se tiene precisión de la fecha en que el arquitecto Christophersen proyectó para los Fernández Díaz la casa del pasaje Centeno, hoy Álvarez.
Alejandro Pedro Guillermo Christophersen era noruego, nacido en Cádiz, España, el 30 de agosto de 1866. Falleció en Buenos Aires el 4 de febrero de 1946. Cursó su bachillerato en Oslo e inició luego estudios de pintura, que abandonó para cursar la carrera de arquitectura y escenografía en la Real Academia de Bruselas, completando sus estudios en el atelier Pascal de la École des Beaux Arts de París. A los 21 años viajó al Uruguay, donde residían sus padres y más tarde se trasladó a Buenos Aires, donde continuó con el desarrollo profesional iniciado en el país vecino.
Su obra más destacada fue la residencia que le encargara doña Mercedes Castellanos de Anchorena.Construída entre 1905 y 1909 frente a la plaza San Martín, organiza un conjunto de tres viviendas alrededor de un cour d´honneur central. Es, en la actualidad, la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
Son sobresalientes, además, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el Café Tortoni, el Santuario de Nuestra Señora de Santa Rosa de Lima, el hotel Méndez, actual Centro Argentino de Ingenieros, la residencia Leloir (hoy Círculo Italiano), y el hotel de Clodomiro Ledesma.
En Rosario tenemos conocimiento de otras seis obras suyas, además de la de Fernández Díaz. La de Pinasco Piñeiro, en Italia y Córdoba, hoy sede del Rectorado de la Universidad Nacional de Rosario; la residencia de Casiano Casas, en Córdoba 1852, actual sede del Colegio de Escribanos; el panteón de la familia Ibarlucea en el cementerio de El Salvador; la casa de la familia Vila Virasoro, en Santa Fe 940, sede de la Mutual de Empleados del Banco de Santa Fe; la de Thomas Mackey, en Córdoba al 600, demolida; y , según testimonios familiares, la casa que construyera para su hermano Guillermo en el boulevard Oroño, también demolida y cuya ubicación no se ha podido precisar.
La casa de los Fernández Díaz está resuelta en un clasicismo simplificado, con detalles de neocolonial español. Consta de subsuelo, planta baja y dos pisos altos. La terminación de la fachada es de material de frente símil piedra París con cubierta de tejas. Una cornisa divide el segundo piso en parte recedido del resto de la construcción. La puerta de ingreso de dos hojas está trabajada en casetones de roble, rematando su dintel con un medallón. Todas las demás aberturas del frente se abren a balcones de hierro forjado, adornados con ménsulas también de hierro o mampostería.
En el transcurso de los años, otras dos familias la habitaron: la de Madariaga, descendiente del matrimonio Fernández y Díaz, y luego los Steiger. Su último destino fue como sede de la Defensoría del Pueblo. En la actualidad se encuentra desocupada.
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