24 de mayo de 2018

La hora del gobierno propio. Rosario, cuna de la Revolución

El 25 de Mayo de 1810 se conmemora el surgimiento de una Junta de Gobierno integrada por patriotas que no aceptaban que el ex virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros siguiera ejerciendo el poder.

Por Miguel De Marco (h) 

 

¡Cómo no celebrar el deseo de los argentinos de ser una Nación libre!

El hecho de que el primer gobierno patrio naciera del fragor del debate político y no de sucesos sangrientos no deberían restarle el carácter propiamente revolucionario que tuvo la decisión de ejercer un gobierno propio.

El 25 de Mayo de 1810 se conmemora precisamente el surgimiento de una Junta de Gobierno integrada por patriotas que no aceptaban que el ex virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros siguiera ejerciendo el poder en lo que hasta entonces era el Virreinato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires pero cuya jurisdicción era amplísima, incluyendo las actuales repúblicas de Uruguay, Paraguay y Bolivia.

El funcionario español resistió por mantenerse como máxima autoridad hasta que ese día un nutrido grupo de jóvenes, con el apoyo de los jefes militares, ingresaron al Cabildo para exigir su reemplazo por una junta patriota, la que quedó así conformada: Presidente, Cornelio Saavedra (al mando del Regimiento de Patricios), acompañado por los secretarios Mariano Moreno y Juan José Paso, y los vocales, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Juan José Castelli, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea.         

 

Fue la culminación de un proceso conspirativo, que se inició muchos años antes, cuando un sector tomó conciencia que el crecimiento que experimentaba Iberoamérica estaba pensado en función de España y que ésta excluía toda posibilidad de desarrollo autónomo.

La Revolución nació de un proceso contradictorio: la ciudad de Buenos Aires, capital virreinal y emporio comercial, con un amplio hinterland que llegaba hasta Ecuador, alcanzó a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX una prosperidad sin antecedentes. Un sector de criollos había accedido a beneficios culturales que la misma deparaba pero sin permitírsele intervenir en el rumbo de la patria.

El rechazo de las invasiones inglesas de 1806 y 1807 dio lugar a formación de milicias que se convertirían en el brazo armado de aquellos ilustrados. Un año más tarde entró en crisis la monarquía española que posibilitó la invasión napoleónica a la península, alentando en estas tierras la posibilidad del autogobierno.

Todo se aceleró a mediados de mayo de 1810 cuando gacetas de Londres llegadas al Río de la Plata trajeron la noticia de que el ejército francés había invadido Andalucía y que la última autoridad española, la Junta Central de Sevilla, había sido disuelta. Esto implicaba la desaparición de España como estado soberano.

Profesionales ilustrados, comerciantes, activistas civiles y comandantes convencidos de llegada la hora de formar gobierno propio, forzaron a la convocatoria de un Cabildo Abierto, que tuvo lugar el 22 de mayo, en el que se votó que el virrey debía cesar en su mandato.

Sin embargo, el Cabildo de Buenos Aires, quién debía formar una nueva junta, nombró al ex virrey como presidente de la misma, lo que provocó el 25 de mayo la reacción de los patriotas que exigieron la disolución de la misma y el surgimiento de la Primera Junta Patria.

El primer grito de libertad en Rosario

Lo que hoy es la ciudad de Rosario era en aquel entonces una pequeña aldea rural de unas 600 almas, cabecera de un amplio distrito que era el Pago de los Arroyos, al sur de la provincia de Santa Fe y al norte de Buenos Aires. Su población se enteró de la formación en Buenos Aires de un gobierno patrio veintidós días después y esto ocurrió no por cuestiones vinculadas al transporte de aquel entonces o la distancia, sino por una decisión política.

Entre los rosarinos existía un profundo malestar hacia los poderes públicos. Sin escuela, con un templo de barro y paja a punto de derrumbarse, abandonados a su propia suerte para enfrentar epidemias, malones indígenas, las mangas de langostas, y la crisis del comercio de mulas, "en lo que consistía casi únicamente la riqueza de ese partido", el gobierno de Santa Fe no gozaba de muy buena estima, tanto para españoles como para criollos y nativos.

La última gota que colmó el vaso fue el nombramiento de un alcalde polémico por parte del gobernador de Santa Fe, el vizcaíno Prudencio María Gastañaduy. Sabiendo de este descontento fue este funcionario quién decidió demorar la llegada de la noticia de la Revolución de Mayo a Rosario mientras se elegía sin su participación el diputado por Santa Fe que debía representarla en el nuevo gobierno surgido en Buenos Aires.

En definitiva, la noticia llegó el 15 de junio, el capitán don Gregorio Cardozo, máxima autoridad militar de Rosario, recibió la noticia y pronto la difundió alborozado en la aldea. Dice Juan Álvarez que improvisó un discurso en el que recordó las hazañas de los rosarinos en la guerra contra el indio y en las invasiones inglesas, y "ordenó a la tropa echar pie a tierra, presentar armas, cargar, cebar, y hacer fuego contra un enemigo imaginario".

Por su parte, el cura y maestro de la aldea, el doctor don Julián Navarro, ex alumno del prestigioso Colegio de San Carlos de Buenos Aires, donde había estudiado junto a Mariano Moreno y relacionado con otros patriotas, fue el primero en felicitar al presidente de la Junta, Cornelio Saavedra. Navarro conocía a Vicente Anastasio Echevarría, el joven abogado rosarino radicado en Buenos Aires, y que era uno de los más influyentes, -no por eso el más expuesto- miembros del grupo independentista liderado por su colega y amigo Manuel Belgrano, por su proximidad en las altas esferas virreinales desde que había asumido como asesor del virrey Liniers. La hermana de Vicente Anastasio, Catalina Echevarría de Vidal, fue un punto de referencia con el que contaría Belgrano en los años subsiguientes.

Esa adhesión patriota del vecindario de Rosario a la causa de la Revolución, representados en el comandante Cardozo, el cura Navarro, Vicente y Catalina Echevarría, entre otros, explican porque fue en Rosario que Manuel Belgrano creó la bandera. Rosario ya estaba llamada a ser a lo que el propio prócer el 27 de Febrero la exhortó: “un templo para la libertad e Independencia de América”. 

Aquellos valientes paisanos, instruidos en el valor de la libertad por Navarro y fortalecidos por el aguerrido testimonio de Cardozo, fueron quienes inspiraron la creación de una Bandera Nacional y quienes protagonizaron el prístino vuelo de la epopeya sanmartiniana que liberó a medio continente “del yugo de sus pesadas cadenas”.

 

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