11 de diciembre de 2019

Sistema B y Academia B en Rosario: un nuevo paradigma para la economía y los negocios

Existen numerosos movimientos para dar respuesta al estado de situación del mundo. Uno de ellos, incluye a las empresas B, las cuales buscan un triple impacto: social, económico y ambiental. Este modelo de empresas impulsado por la organización global B Lab (Sistema B en Latinoamérica) desarrolló un sistema de certificación. Sistema B propone incorporar a las empresas como nuevos actores en la construcción de bienes públicos, y construir mercados de impacto. La ciudad se suma para impulsar esta visión tanto en el ámbito empresarial como en el académico.

El movimiento B surge por una búsqueda en común: una nueva “genética” económica que permita que los valores y la ética inspiren soluciones colectivas. “Cada vez más empresarios se proponen ser actores de un cambio positivo, desde la misma actividad económica. No se trata de renunciar a los cargos ejecutivos y dedicarse a la política o a fundar ONGs para trabajar por alguna causa social o ambiental. Se trata de contribuir al desarrollo social y al cuidado del medio ambiente por medio de la misma actividad empresarial, sin resignar al objetivo de obtener un rendimiento por el capital invertido”, explicó Luis García Ghezzi, profesor de la Universidad Austral en Rosario.

La propuesta de Sistema B apunta a una economía que pueda crear valor integral para el mundo  y desde el propio mercado. “La misión de las empresas B es proveer bienes o servicios de calidad a sus clientes -para satisfacer ciertas necesidades, como cualquier otra empresa- pero lo hacen enfocando todos sus procesos y actividades de modo tal de favorecer al medio ambiente y a las personas involucradas. Es decir, integran los criterios sociales y ambientales en la toma de decisiones al mismo nivel que el criterio económico”, detalló García Ghezzi.

 

 

 

 

 

El foco de las empresas está puesto en el propósito, en el para qué, en la resolución de dichos problemas pero a través del propio negocio. Esta visión de la economía y de la empresa nació en Estados Unidos y Canadá en el año 2006 y luego se extendió por América Latina. Cuenta con 2933 empresas en el mundo, y en Argentina, casi 100.

En 2016 el Movimiento B se hizo global y está presente también en Europa Continental, Reino Unido, África Lusófona y Australia. Si bien hay más de 80 mil empresas que han pasado por el proceso de Evaluación que propone B Corp, sólo unas 3000 han alcanzado la certificación.  

En Argentina, Aguas Danone Argentina fue reconocida en 2017 con la certificación de Empresa B, convirtiéndose en la primera organización de consumo masivo del país en obtener tal distinción. Otra marca pionera es Natura. En Rosario existen tres empresas con certificación B. Fixit, Salommon Ideas en acción y Rosario Bio Energy.

Academia B

En 2013 la abogada colombiana María Emilia Correa, cofundadora del Sistema B, decidió impulsar la Academia B para invitar a docentes e investigadores a ser “agentes de cambio” de esta concepción empresarial. La idea de esta instancia de alcance internacional es promover la investigación y la divulgación de la visión de la economía de triple impacto para ser un puente entre el sector académico y el movimiento B. Luis García Ghezzi, profesor de la Austral y miembro de la academia B, agrega: “El desafío es hacer reformas profundas en los planes de estudio y en los programas de Administración y Negocios, de tal manera que los futuros profesionales y empresarios conozcan bien estas nuevas tendencias de manera transversal en todas las materias y puedan profundizar en ellas si así lo desean”. Desde la Universidad Austral de Rosario se está impulsando un proyecto de investigación que será transversal a todas las cátedras con la finalidad de contribuir desde lo académico a esta nueva visión. Mientras tanto, en esta Casa de Estudios ya están trabajando en el desafío de embeber la formación de los futuros profesionales en esta nueva lógica que puede ser revolucionaria para las futuras generaciones.

Todo este nuevo movimiento propone un cambio de paradigma, por lo tanto, es un camino arduo que requiere justamente, esta perspectiva sistémica en el que todos los actores se involucren: empresas, organizaciones de la sociedad civil, profesionales, academia, inversores, Estado. Sin embargo, puede ser un gran avance si se logra poco a poco transformar el sistema económico, legislativo y educativo que lleva tiempo sosteniendo que el único y exclusivo fin de la empresa es maximizar las ganancias.

 

Fuentes: Universidad Austral y Sistemas B

 

 

 

 

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