3 de febrero de 2021

Dra. María Cristina Carrillo, orgullo del Conicet Rosario

La profesional rosarina fue nombrada miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. Una vida ligada a la investigación, con la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas como punto de partida.

María Cristina Carrillo es presidenta de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica y del Instituto de Fisiología Experimental de Rosario. Comenzó sus estudios de Bioquímica en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, donde en sexto año encontró un grupo de investigación básica sobre enfermedades hepáticas y renales. Un nuevo universo, con la investigación como herramienta principal.

Tras casi cuarenta años de carrera profesional, con varios logros y reconocimientos en su haber, el 2020 no fue la excepción. Hacia diciembre fue nombrada miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Productivo y la Innovación en pos de promover la investigación científica y tecnológica y la innovación para la generación de conocimiento y la mejora de los sistemas productivos y de servicios.

Su pasión por la Bioquímica y la investigación

María Cristina Carrillo cuenta que desde niña le gustaba mucho leer. Todo tipo de literatura. “Los libros que más me llamaban la atención durante mi adolescencia tenían que ver con historias de descubrimientos de fenómenos o manifestaciones de la naturaleza y con el desarrollo de los elementos adecuados para investigarlos. Durante el secundario las materias que más me gustaron fueron botánica, zoología, química, biología. O sea, había algo inherente a esas disciplinas que despertaban mi curiosidad y mis ganas de saber más de ellas”, señala. En quinto año estaba en la disyuntiva entre tres carreras: Medicina, Bioquímica y Ciencias Agrarias. Pero no lo pensó demasiado, a pesar de que varias de sus compañeras de secundario iban a seguir Medicina y Ciencias Agrarias y se anotó, sola, en Bioquímica. En cuarto año de la carrera tuvo una crisis vocacional, dado que se dio cuenta de que no se sentía a gusto haciendo análisis de rutina en un laboratorio al que había entrado, ad-honorem, para practicar. Pero decidió continuar para ver si más adelante encontraba algo que la entusiasmara. Indagando encontró que en varias cátedras de la Facultad se hacía investigación, pero en aquella época a los alumnos no se les hacía saber sobre esas actividades. Así fue como en sexto año ingresó como auxiliar de docencia en el área de Fisiología en donde se estaba gestando un grupo de investigación básica sobre enfermedades hepáticas y renales.

“Entender qué significaba “investigar” no fue sencillo. Investigar... ¿Qué cosa? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Con qué? ¿Con quién? ¿Bajo qué circunstancias?. Aprender sobre el método científico…Crear nuevas teorías, modificar las ya existentes, desafiar principios, cuestionar paradigmas…De golpe encontré un mundo distinto. Y allí comenzó mi aventura. Que continúa hasta ahora”, celebra la rosarina.

“Lo fantástico de hacer investigación, a pesar de los múltiples inconvenientes que se enfrentan, es que siempre hay algo nuevo, desafiante e inesperado para descubrir. Hay muchos fracasos, pero cuando tenemos éxito, o el éxito viene a nosotros, sentimos que todo valió la pena”, agrega.

Asimismo aclara que hace ciencia básica. Describe que “la meta de la ciencia básica, en el campo de las ciencias naturales, es entender cómo trabajan las cosas, ya sea una sola célula o un organismo hecho de billones de células, o un ecosistema completo. Las preguntas que se hacen los científicos que trabajan en ciencia básica buscan aumentar el conocimiento humano de la naturaleza y el mundo que nos rodea. El conocimiento obtenido a través del estudio de subespecialidades de las ciencias de la vida es en su mayoría ciencia básica. La ciencia básica es la fuente de la mayoría de las teorías científicas”.

La importancia de la Universidad Nacional de Rosario y el Conicet Rosario

“Fueron las instituciones que posibilitaron mi carrera. Dentro de la UNR, la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas fue y sigue siendo mi casa. Ingresé en ella el 3 de enero de 1974 para hacer el cursillo de ingreso que se hacía por aquellos años, y nunca más me fui”, señala Carrillo. Se recibió de Bioquímica, luego de Doctora en Bioquímica. Hizo toda su carrera docente allí, desde auxiliar de docencia, como mencionó antes, hasta llegar a ser Profesora Titular del Departamento de Ciencias Fisiológicas, en el área Morfología.

Simultáneamente, apenas obtenido su título de grado obtuvo becas de Conicet para hacer el doctorado. Allí en el área Fisiología, donde se estaba gestando un grupo de investigación, se fundó en el año 1981 un instituto de Conicet, el Instituto de Fisiología Experimental (IFISE). Su tesis doctoral fue una de las primeras tesis del Instituto. Y luego continuó la carrera de Investigadora Científica de Conicet en el mismo instituto, llegando también a ser Investigadora Superior. “Así, mi carrera docente y mi carrera científica están estrechamente entrelazadas. Y es la UNR la que me brindó la infraestructura y el Conicet el que me brindó los medios para mi crecimiento”, señala.

Tuvo la oportunidad de hacer un postdoctorado en el Instituto Metropolitano de Gerontología de Tokyo, Japón, en el que se especializó en estudios sobre envejecimiento que paulatinamente la llevaron a estudiar el proceso carcinogénico, por la interrelación que existe entre ambos fenómenos.

“Tengo la fortuna de dirigir, dentro de IFISE, donde hay varios grupos de investigación dedicados a estudiar distintos aspectos de la fisiopatología hepática, un sólido equipo de investigación, con investigadores asistentes, adjuntos e independientes, becarios y pasantes, dedicados al estudio del cáncer hepático y a aspectos relacionados con la regeneración hepática”, celebra, y añade que “en este momento, soy directora del IFISE y Vice Directora del Centro Científico Tecnológico Rosario, que nuclea a los trece institutos de Conicet de la ciudad”, añade.

Sus primeros días en el Conicet Rosario – Su importancia en tiempos de pandemia

Cuenta que sus primeros días en Conicet fueron duros: “En 1980, la dictadura militar no tenía interés en el sistema de ciencia y técnica. Los estipendios de becas eran magros y los/las becarios/as no teníamos ningún derecho reconocido, como, por ejemplo, licencias por maternidad, entre otros. He pasado por varios períodos políticos y cuando más neoliberal eran las políticas del gobierno de turno, más desarticulación y empobrecimiento del sistema de ciencia y técnica se soportaba”.

Carrillo entiende que en líneas generales, la ciencia local ha mantenido una dependencia estructural con instituciones de países avanzados. La ausencia histórica de políticas robustas y de largo plazo ha reforzado esta dependencia. El resultado fue una ciencia aislada y fragmentada. Destaca que desde el 2003 hasta el 2015 hubo una voluntad política de mejoramiento del sistema y se lograron efectos significativamente alentadores, que fueron desmantelados casi en su totalidad, nuevamente, entre el 2016 y el 2019.

A pesar de ello la urdimbre científica armada hizo frente al desafío de la pandemia, el sector se pudo poner de pie, produciendo durante el 2020 ciencia de calidad y desarrollos tecnológicos brillantes.

La cartera de Ciencia conformó, en marzo pasado, la Unidad Coronavirus, que integra junto al CONICET y a la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Productivo y la Innovación (Agencia I+D+i), con el objetivo de coordinar las capacidades del sistema científico y tecnológico para la realización de tareas de diagnóstico e investigación sobre el COVID-19.

Destaca Carrillo que de esta manera, a través de la articulación público-privada, científicos y científicas lograron desarrollar dos kits serológicos y tres de detección molecular de virus, un suero terapéutico hiperinmune que neutraliza el virus SARS-CoV-2, potencial medicamento para el tratamiento de la infección COVID-19, telas antivirales para la elaboración de barbijos de uso social, entre muchas otras herramientas.

Además, desde la Unidad brindaron asesoramiento al Poder Ejecutivo a través de la realización de estudios matemáticos y sociales; se desarrolló junto al Ministerio de Salud y la Secretaría de Innovación Pública, la aplicación CUIDAR y se financiaron más de 200 proyectos de investigación. Añade la profesional que investigadores del CCTRosario participan de varios de estos proyectos, demostrando el potencial rosarino en materia de desarrollo de proyectos de alta calidad.

“En lo personal, el área de expertise de mi grupo de trabajo no se encuentra dentro de la virología y el desarrollo de proyectos relativos a esta disciplina. No obstante, se continuaron las investigaciones de nuestra línea en cuanto los organismos pertinentes aprobaron un riguroso protocolo de trabajo. El trabajo online continuó y continúa durante esta pandemia. En el 2020, además del trabajo de coordinación del Instituto en general y de mi grupo en particular, dimos clases en las carreras de grado y confeccionamos y tomamos exámenes de manera virtual. Por otro lado, en mi carácter de Presidenta de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica (SAIC), junto con la comisión directiva que me acompañó durante mi gestión, organizamos en junio pasado un Simposio sobre Covid-19, con expertos de primer nivel, y en noviembre hicimos la Reunión Anual de la Sociedad, con más de 500 trabajos presentados y con Simposios con invitados extranjeros. Los cuatro días que duró el encuentro tuvimos una asistencia de más de 700 personas”, destaca.

“Todas estas actividades hicieron que el año, a pesar de la pandemia, fuera productivo y aprendí muchísimo de la virtualidad. Tuve la necesidad de encontrar y aprender nuevos recursos y técnicas para llevar a cabo todas las tareas mencionadas”, agrega.

Nombramiento como miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación

“Ser nombrada miembro del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Productivo y la Innovación en diciembre del 2020 fue un enorme orgullo para mí y, a su vez, un gran desafío”, expresa Carrillo. Cuenta que es misión de la Agencia promover la investigación científica y tecnológica y la innovación para la generación de conocimiento y la mejora de los sistemas productivos y de servicios, por medio del financiamiento de proyectos que satisfagan condiciones específicas de calidad y pertinencia y de otras acciones de estímulo conducentes a tal fin. “En este gran marco teórico las tareas a desarrollar son múltiples y las responsabilidades de los miembros del directorio son grandes. Yo recién me sumo a este proyecto y espero poder estar a la altura de tales responsabilidades”, añade.

El Covid en la actualidad

“A principios de septiembre se estaba viviendo una situación muy grave en todo el país, como consecuencia de la apertura ocurrida a fines de julio. En junio se había logrado bajar significativamente el número de casos debido a las restricciones impuestas por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y municipales con el objetivo de robustecer los sistemas de salud. Pero en la SAIC notamos con preocupación que el DISPO no funcionaba bien, e hicimos un llamado a la responsabilidad ciudadana, además de sugerir que se volviera a implementar algún plan de prevención más eficaz. Las proyecciones de los estadísticos y matemáticos nos conducían a pensar que el número de muertos aumentaría significativamente. Todos los días nos informaban de más de 200 muertos. Como dijo un reconocido científico argentino, el Dr. Alberto Kornblihtt, era como si se cayera todos los días un Jumbo. Esa cifra se multiplicó por esos días. La preocupación era mucha. Los trabajadores de la salud estaban agotados y muchos morían en las trincheras”, analiza la profesional.

Entiende que la implementación de nuevas medidas de ASPO en algunos sectores permitió que la situación se mejorara hasta mediados de diciembre, cuando comenzó nuevamente a agravarse significativamente.

En las primeras semanas de enero de 2021, un grupo de científicos de Conicet de UNR y de UBA, propuso una estrategia, que a su juicio era muy buena, de intermitencia planificada en contraste con lo opuesto a “ir viendo cómo viene la curva” y reaccionar en consecuencia. Según los científicos, con esta idea, la sociedad y el estado compartirían un plan común, con objetivos claros (reducir la cantidad de muertes) y logros medibles, generando la sensación de que vale la pena un esfuerzo durante un tiempo acotado para cosechar éxitos y recuperar movilidad durante otro tiempo, también acotado. Esto fue presentado a las autoridades competentes, aunque se desconoce qué sucedió con la propuesta.

No obstante, con los cierres nocturnos que se están realizando a nivel nacional, el crecimiento de los números de casos, y también de muertes, se está reduciendo. Pero estos números siguen siendo altos. Por otro lado, se ha comprobado que el número de personas contagiadas en la franja etárea de 18 a 29 años ha crecido de manera importante. Desde mi punto de vista, sin ser especialista en el tema, las medidas adoptadas en Rosario y en el gran Rosario, no parecen ser suficientes para permitir una reducción significativa y constante.

“Las vacunas, que en forma conjunta constituyen un logro científico sin precedentes en la historia de la humanidad, en cuanto a la celeridad con que se ha trabajado a nivel mundial con protocolos abiertos y con resultados positivos en menos de un año, nos abren una puerta esperanzadora para vencer al coronavirus. En este aspecto me tomo la libertad de apelar a la responsabilidad colectiva, para que se manifieste no sólo en el acto individual de vacunarse, sino también en la actitud de apoyar este proceso y continuar con las medidas de protección recomendadas”, concluye Carrillo.

 

Por Matías Zupel | Fundación Rosario

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