24 de marzo de 2021

Gerónimo Pedrotti, su formación rosarina y la tarea en Médicos Sin Fronteras

Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Austral, el oriundo de Rafaela cuenta la experiencia en Sudán del Sur y su nueva misión en República Centroafricana.

Al otro día de haber llegado a República Centroafricana, Gerónimo Pedrotti contaba que son cuatro nuevos expatriados que llegaron desde un avión de París, que es el único avión directo que llega al país por semana. Se encuentra cumpliendo la cuarentena sanitaria, y después de una semana van a dirigirse a un proyecto donde Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja desde hace 30 años.

El camino de Gerónimo hacia MSF tuvo muchos estudios, conocimientos, viajes, saberes y diversión, y así lo narra en una conversación organizada por Fundación Rosario. “Siempre supe que cuando termine los estudios secundarios me iba a ir a Rosario. Mi mamá ya estudió allí, todos mis amigos también se iban y ellos me importaban mucho, más allá de la elección de la carrera. Más que elegir Rosario fue algo que muchos de los estudiantes de Rafaela lo tenemos presente, por cercanía y amplitud a la hora de elegir estudios terciarios y/o universitarios”, cuenta el rafaelino. Estuvo cuatro años en la ciudad, lo que duró su cursado en Administración de Empresas en la Universidad Austral.

Su tesis comenzó a marcar su rumbo. Escogió la Fundación Conin, cuyo principal objetivo es erradicar la desnutrición infantil en la Argentina. “En mi entrevista en MSF usé mi tesis para explicarles que si bien vengo de un costado más económico, mi interés por este lado humanitario viene desde hace tiempo. Lo que más me interesaba tenía que ver con lo social y cómo usar los conocimientos económicos. El planteamiento que hice fue estudiar los costos de la Fundación Conin en sus dos programas, que eran de prevención de la desnutrición, y el recupero de los chicos desnutridos”, cuenta Gerónimo.

MSF fue la idea que tenía en la cabeza desde que terminó la Universidad. “Era la organización que más me interesaba, pero sabía que para trabajar acá adentro tenía que recorrer un camino y juntar ciertas habilidades para acceder a la organización. Antes de ingresar a MSF trabajé ocho años en distintos países, en variadas industrias, aprendiendo mucho y sobre todo conociéndome a mí mismo. Pero siempre en la cabeza, o en el corazón sobre todo, la idea de hacer lo que estoy haciendo hoy en día”, detalla.

“Tenía decidido que el 2020 iba a ser el año en el que iba a aplicar para poder ingresar”, cuenta Pedrotti. Lo intentó seis veces, y no me llamaban. Insistió y llamó por teléfono para llegar a RRHH, pidió un mail donde mandar la solicitud, y un día llegó la respuesta. “Yo realmente estaba muy seguro de mí mismo y de lo que podía aportar. Fue así como pude convencer a los reclutadores en Italia, que era donde estaba viviendo”, agrega.

Consultado por cómo es el día a día en la misión o en sus tareas, describe que es muy relativo, y depende de momentos, de dónde se encuentra y otras cuestiones: “Hay una parte que sucede en la oficina, y otra parte en el campo de trabajo. Yo soy encargado de la cadena de provisiones, en la parte de logística y planificación. Entonces a partir de esto hay dos grandes mundos, ya que en la oficina hay muchas reuniones, análisis, planificación y demás, y en el terreno uno sale por ejemplo con los barcos a unas islas para poder organizar una distribución de medicamentos. El trabajo en la oficina es bastante previsible, en el terreno pueden suceder muchas cosas imprevistas, desde lluvias hasta cuestiones humanas donde suele haber conflictos bélicos. Es también parte del trabajo el hecho de prever lo que sucederá en los próximos días, tratando de estar cerca de las poblaciones pero evitando riesgos innecesarios”.

Pedrotti dice que más allá de haber estudiado y visto videos del trabajo en MSF, aún le sorprende el trabajo realizado y las experiencias que suma en cada una de sus actividades. “MSF trabaja en 75 países del mundo y en cada lugar hay problemas y proyectos diferentes. Sudán del Sur me sorprendió mucho, a pesar de haber leído mucho sobre lo que sucede allí. La complejidad geográfica, etnográfica, cultural que tienen es muy rica y compleja, y todo eso lo hace muy interesante y sorprendente al mismo tiempo”.

Asimismo señala que en la organización hay un alto grado de profesionalidad, donde se intenta distinguir lo que uno ve de lo que uno siente. Agrega que como parte del trabajo, lo preparan para ese ejercicio, además de contar con psicólogos y otros profesionales que los ayudan a manejar las emociones, que son naturales, pero que de alguna manera tienen que saber manejarlas para llevar adelante la gestión.

“Este año tengo un nuevo reto. No solamente voy a estar encargado de la parte de logística, sino también del departamento de finanzas, en un proyecto que es un test mundial sobre cómo manejarlo sin cash, sin papel moneda, para evitar la problemática de los robos. Mi plan es estar acá durante seis meses que dura la misión. ¿Qué me depara después? No se sabe, acá se planifica en tiempos cortos porque la realidad cambia continuamente. Veremos también cómo me siento yo, si estoy cansado o no, si quiero seguir en este país o no, pero también pensando en pasar las fiestas con mi familia y amigos”, señala Gerónimo.

“¿Fue fácil disfrutar?”, le preguntaron en el vivo de Instagram de Fundación Rosario, a lo que Gerónimo respondió: “Hay momentos y momentos. Uno aprende a disfrutar cuando está solo. Por ejemplo ahora estoy haciendo cuarentena continuamente, o por riesgos de seguridad uno puede pasar encerrado una o dos semanas en una casa, así que uno aprende a disfrutar de uno mismo. Pero siendo nuevo, no fue difícil disfrutar porque era todo novedoso, así que el año pasado lo disfruté muchísimo. Conocer gente que está acá desde hace mucho tiempo, conocer sus historias, fue apasionante. Sumado también a ser parte de experiencias fuertes, de tomas de decisiones de las cuáles nunca había tenido contacto anteriormente. También me divertí mucho gracias a las personas que encontré en el camino”.

Llegando al final de la conversacion, el rafaelino dijo que no hubiera imaginado esto en su vida, y lo ve como una bola de nieve que se fue formando, al mismo tiempo que valora el apoyo y respaldo de sus allegados: “Uno se empieza a conocer con los años, entonces de alguna manera sabía que iba a hacer esto o algo parecido. Lo que es lindo de irse es que uno sabe que puede volver a su nido, sinceramente yo siento que es fácil irse porque se que puedo volver, que tanto en Rafaela como en Rosario tengo mis nidos con personas que siempre me apoyaron y me apoyan. Esa validación que uno tiene tanto de la familia como de los amigos, uno lo siente y lo valora, y es parte de la fuerza para poder darle para adelante”.

Más allá de la preparación obtenida en la Universidad Austral en su estadía en Rosario, Pedrotti valora otros detalles al punto de responder que Rosario le dio todo, y que lo recuerda como unos años muy divertidos. “Fueron años donde uno se va formando como persona, el hecho de conocer compañeros de otros lugares, viajeros que pasan por la ciudad. Me ayudó a definirme a mí mismo como persona, a saber lo que quería ser, hacer y darme las herramientas para cuando empecé a viajar. Son años claves los de la universidad”.

“Mi visión sobre Rosario fue cambiando, y uno aprecia el calor humano que hay en la ciudad como en todo Argentina, donde la amistad y las relaciones humanas son primordiales, una prioridad que quizás no se da en otros lugares”, concluye Pedrotti.

 

Por Matías Zupel | Fundación Rosario

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