21 de abril de 2021

El barrio Santa Lucía potenció su trabajo comunitario durante la pandemia

“Cuando todo cerraba, nosotros tuvimos que abrir ollas populares y aumentar los espacios de contención” cuenta Andrea, vecina del barrio e integrante del Comité de Emergencia. Acciones solidarias que revitalizaron toda una comunidad.

Santa Lucía es un barrio comprendido por 19 manzanas delimitado por las vías del ferrocarril y las calles Estudiante Aguilar, Colombres y 1.743. A partir de la ampliación de la autopista Rosario-Córdoba en 1997, debió trasladarse un grupo de familias que se encontraban cerca de la traza. “Somos un barrio que siempre ha tenido algún trabajo social – comunitario por delante, pero se intensificó desde hace unos tres años, desde la llegada del padre Marcelo Ciavatti cuando comenzamos a hacer un trabajo en conjunto con todos los sectores de la vida social del barrio. Veníamos trabajando con los niños y adolescentes, con las familias, pero la pandemia llevó a intensificar mucho más nuestra dedicación. Nos agarró desarmados porque no teníamos ni una olla, ni un lugar donde la familia pueda adquirir un plato de comida ya listo”, cuenta Andrea, vecina del barrio.

En Santa Lucía, y también sus barrios aledaños Los Eucaliptos, Palmeras y Zona Rural, hay mucha gente que trabaja y vive del día a día, siendo albañiles, vendedores ambulantes, recolectores de residuos para su reciclado, quienes con el cierre total en la cuarentena, se encontraron sin la posibilidad de llevar un plato de comida a sus hogares. Así fue como se conformó un Comité de Emergencia que agrupó a todas las organizaciones que estaban trabajando en esta zona. “Comenzamos haciendo una lista de familias que tenían muchas necesidades, con la urgencia de que las personas puedan tener su plato de comida, por lo que se generaron ocho ollas comunitarias, que fueron apoyadas con el aporte económico del Hogar Padre Misericordioso. Ese dinero se destinó a la carne y verdura de las ollas, y la provincia apoyó desde la secretaría de Desarrollo Social con el aporte de alimentos secos”, detalla Andrea. Dos ollas fueron destinadas para los abuelos de la zona, y el resto para las familias.

Fueron organizaciones y familias enteras que cooperaron para paliar esta situación. Se realizó un fondo común, donde una parte se utilizaba para las ollas y la otra parte para la entrega de bolsones de alimentos, llegando a entregar 600 mensuales desde que comenzó la pandemia hasta enero de 2021. “Eso también fue posible gracias a la ayuda del Banco de Alimentos Rosario, de Cáritas, del Colegio San José, y de mucha gente y organizaciones que se hicieron eco de la situación”, agradece la vecina.

Tras lograr luchar contra la urgencia alimentaria, fueron por más. A partir del mes de junio tuvieron la oportunidad de comenzar con un Centro de Vida, en pos de hacer un relevamiento de la situación de los jóvenes del barrio. Es un espacio para trabajar con chicos con adicciones, o prevenirlas.

A partir de este relevamiento lograron incluir en Santa Lucía el programa Santa Fe Más, una iniciativa que brinda herramientas para la inserción en el mundo del trabajo. “Pudimos poner en funcionamiento desde diciembre algunos proyectos de capacitación para jóvenes, referidos a la panadería y pastas caseras, repostería y decoración de tortas, y un tercero orientado a técnicas ornamentales. También logramos darle fuerza a una acción que veníamos realizando previo a la pandemia, involucrando a niños y adolescentes del barrio, a que después de las 18 horas se sumen a un taller que es un espacio de encuentro, para aprender alguna actividad”, cuenta Andrea. Esta iniciativa tomó mayor protagonismo en el barrio gracias a unos 20 jóvenes que hoy conforman este espacio brindando diferentes servicios a la comunidad, agrupando a unos 200 niños de lunes a viernes en horario vespertino.

Un sueño de todo Santa Lucía y la zona era tener un espacio propio para las actividades físicas. “No teníamos un espacio físico propio del barrio, por lo que usábamos las instalaciones de la escuela primaria y secundaria. En la primaria habían obras que quedaron sin finalizar durante muchos años, por lo que en diciembre pudimos poner en condiciones un salón de usos múltiples para que los chicos y familias puedan hacer alguna actividad deportiva”, describe Andrea.

Este SUM que funcionaba como un gimnasio desde las 10 de la mañana hasta las 22 horas. “En esos horarios había todo tipo de actividades deportivas, desde judo, kung fu, telas, zumba, gimnasias para las madres, patín, un montón de actividades. Para un barrio como el nuestro, que no tiene ningún club, ninguna vecinal, generó algo indescriptible, es un espacio que trajo vida a Santa Lucía”.

Este espacio significó mucho para el bienestar de toda la comunidad. Contaba Andrea que en septiembre Santa Lucía tuvo diez muertes por diferentes motivos. Por eso destacan que desde diciembre, a partir de contar con estos espacios comunitarios, no tuvieron que lamentar ningún deceso.

Hoy hay 80 pibes en las capacitaciones de oficio o de cuidado de persona, y acabamos de aprobar cuatro proyectos más donde hacemos huertas en un espacio común y promoviendo que las familias puedan tener su propia huerta, otro proyecto vinculado a la herrería, otro que se llama Familias Saludables, dirigido al acompañamiento a jóvenes embarazadas o con bebés muy chiquitos, y uno más que será de capacitación en peluquería y barbería para jóvenes", detalla.

A la pandemia le hicimos frente desde el trabajo y desde estar presente, porque en los barrios se vive todo muy diferente. Acá realmente tenés que estar presente, con todos los protocolos sanitarios porque también necesitamos de la buena salud para realizar esta tarea, pero no podíamos cerrar porque eso ha generado desolación en muchas personas y familias”, concluye Andrea.

 

Por Matías Zupel | Fundación Rosario

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