28 de abril de 2021

Juan Ignacio Cane disfruta de su presente en la serie de Luis Miguel

En una nueva charla del ciclo de conversaciones organizado por Fundación Rosario, el actor rosarino cuenta detalles de su arribo a Netflix y destaca a los maestros y directores que tuvo en la ciudad y que marcaron su camino.

“Entiendo que esto es efímero y se lo digo a mis amigos, sé que en dos meses no me llama ni mi mamá. Aunque en esta oportunidad puede ser diferente porque la serie recién comienza y resta un tiempo de grandes cosas en la pantalla de Netflix”, relata entre risas desde su cuenta de Instagram Juan Ignacio Cane, el actor rosarino que, entre otros, formó parte del electo de la película Perdida y de la exitosa serie Apache: la vida de Carlos Tévez.

Consultado por cómo llega a interpretar a José Pérez en la serie de Luis Miguel, Juanchi, como lo llaman sus allegados, comenzó con un relato sin desperdicio: “En octubre de 2019 se casó mi hermano, a lo que me insistió que vaya a Rosario y cumplí. Llego a Buenos Aires y me llama Arturo Villanueva (mánager de Juan), que lo había contactado Luis Rosales, director de casting, que me quería ver para un personaje de la segunda temporada de Luis Miguel y había que mandarle un casting en lo inmediato”.

Cuenta Juan que, con bolsos en manos, empezó a mover sus contactos para hacer y enviar el cásting. Así fue como se contacto con una amiga directora, Flor Orellano. La descripción del personaje decía 'uruguayo, astuto y desparpajado, que hace tratos dudosos para beneficio personal', por lo que se contactó con un amigo que se viste con ese estilo de camisas floreadas para que le acerque le indumentaria. “Llegué a las 11 de la noche a lo de Flor, había una amiga de ella que me hacía de Mauricio (otro personaje de la serie) y así sacamos el casting. Flor lo edita y lo manda, y yo me voy al casamiento de mi hermano. Todo una locura hermosa”.

En noviembre Juan recibe una mensaje de su representante que decía que en México había gustado mucho su casting, y que tenía que hacer el callback con el director la próxima semana. “Así que ya en México me suman una escena más y el 18 de diciembre de 2019 me llama Arturo y me dice 'sos José Pérez'. Fue tremendo, fue increíble además por cómo se venían dando las cosas”, cuenta Juanchi emosionado. Así fue como comenzó su aventura en Luis Miguel, la serie original de Netflix donde estuvo desde septiembre hasta diciembre de 2020 filmando toda la temporada.

Sus inicios en Rosario

“Mi mamá y mi papá trabajaban en la escuela y fue donde empecé a estudiar teatro. Cuando terminé los estudios secundarios fui a Empleados de Comercios con Héctor Barreiro, y tuve un paso fugaz por la Escuela Provincial de Teatro, siempre viendo cómo podía hacer para no salir de la ciudad y poder vivir de la actuación”, cuenta Juanchi. Admite tener gran admiración por los artistas que están en Rosario y viven de esta profesión.

Por el deseo de su padre de que tuviera estudios universitarios, Juan ingresó a la Universidad Nacional de Rosario a estudiar Comunicación Social. Si bien no terminó la carrera, en esos años aprovechó para acercarse a los medios de comunicación: “Yo iba a la cancha de Newell's y lo tenía a Luís Ricossa y a Gabi Maldonado, periodistas de Zapping Sports, arriba mío en las cabinas haciendo su laburo. Creo que estuve medio campeonato saludándolos cada vez que los veía. Así fue como una vez me fuí al estudio de televisión, que en ese momento estaba por calle Francia, y cuando llegué me reconocieron porque los saludaba todos los fines de semana. Con la misma insistencia de cuando los saludaba, estuve una semana yendo al programa hasta que Moni Ricossa, hermana de Luís y productora del programa, me metió en la producción para colaborar”, cuenta Cane.

Sobre la pasió por la actuación, Juan sostiene que “tener a mi vieja como maestra jardinera quizás fue un pequeño acercamiento al mundo teatral. Pero además mi maestra jardinera María Alejandra Oria, fue la primera persona a la que se le ocurrió subirme a un escenario cuando yo tenía solo cinco años. Fue para una fiesta de fin de curso, ahí en el teatro del colegio por calle Oroño, haciendo un papel de astronauta. Por eso está bueno el nivel inicial en los niños, donde se despiertan cosas que si uno lo agarra puede ser para toda la vida”.

Relata Juan que descubrió una pasión y se empezó a sentir cómodo haciéndolo, lo que lo llevó a querer estudiarlo y darle forma a esa pasión. “Fue Cristina Salvatore nuestra primera directora de teatro, actualmente no vive, y lo co-dirigía con Cristian Valci, un gran director de la ciudad. Recuerdo mi primera obra en el colegio, en el año 1996 siendo Cristian mi primer director teatral y actuando junto a Cristina, inolvidable”, relata.

“Cuando termino la secundaria empiezo a estudiar Teatro en Empleados de Comercio con Héctor Barreiros, quien me inculcó mucho lo que era la pasión por la actuación. Recuerdo que una vez nos juntó a todos y nos hizo una pregunta que me quedó grabada: '¿Ustedes quieren vivir de la actuación o ser famosos? ¿Para qué vienen?'. Por eso en este momento que me encuentro en una serie que tiene un poco más de repercusión, trato de tener los pies sobre la tierra porque para mí esto es un trabajo. Que en paz descanse Héctor y ojalá haya dejado el legado para que todos los profesores de teatro puedan transmitir eso como primera medida, para no mentirnos, para que el ego no nos gane”, destaca Juanchi.

Ya en al año 2004 me fue para México, pero destaca todo lo que pudo aprender en Rosario, principalmente gracias a los profesionales con quienes compartió escenario.

Su perseverancia por vivir de la actuación

Cuenta Juan que en la carrera del actor paralelamente hay que rebuscársela con algo. “Siempre con el objetivo claro que es como yo lo tengo que es la actuación, y paralelamente siempre tuve que hacer algo para mantener y alimentar este objetivo”, cuenta el rosarino. Esas actividades paralelas fueron varias y diversas, desde vender celulares en la ciudad de Santa Fe, a unos pocos kilómetros de su Rosario natal, hasta vender enciclopedias y alarmas en México y empanadas en las playas de Ibiza, aguardando por un llamado para volver a actuar.

También se hizo un tiempo para agradecer a sus padres, quienes “siempre estuvieron en primera fila, apoyándome desde el primer minuto. De hecho cuando me sale de ir a México porque había una remota posibilidad de comenzar con un trabajo, mi viejo me dio unos 400 ó 500 dólares, no se si porque confiaba en este viaje o para que me de la cabeza contra la pared (entre risas), pero siempre me bancaron y con la mejor onda”.

“Para mí todo vale la pena. Siempre tomé todas las actividades paralelas como un nuevo personaje, como una posibilidad de conocer y sumar experiencia para cualquier papel que me tocase interpretar”, concluye.

 

Por Matías Zupel | Fundación Rosario

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