27 de abril de 2023

El pibe al que una patada en un picado lo convirtió en

Tiene 21 años y vive en República de la Sexta. Se crió jugando al fútbol por la gaseosa y ahora fabrica las defensas deportivas con material reciclado

Por Laura Vilche

Algunos los califican como "talentosos", otros como "creativos" o con "buen sentido de la oportunidad" y, varios más, como "emprendedores". Como sea, al rosarino Tomás Machuca, de 21 años, le caben todos esos los adjetivos juntos. Se trata del pibe de barrio República de la Sexta, al sudeste de Rosario, al que un día se le rompieron las canilleras de una patada en un partido de fútbol, las suplió con un pedazo de balde que encontró tirado en el patio de su casa, moldeó el plástico con el secador de pelo de su abuela y ahora fabrica 15 mil canilleras al mes marca "Fenikks", muchas de las cuales son o serán parte de las tiendas de los equipos de primera: Newell's, Talleres, San Lorenzo, Defensa y Justicia, Belgrano de Córdoba y Estudiantes de la Plata.

Los protectores deportivos tienen el nombre del ave que renace de las cenizas y así también llamó Tomás al club de fútbol que fundó en su barrio, con el mismo nombre y los colores verde y blanco de la empresa.

"Es un espacio de contención social para nenes y nenas sub 13 hasta primera, que por ahora entrenan en el playón del parque Urquiza, pero que tendrán cancha pronto en calle Esmeralda", adelantó Tomás en diálogo con La Capital.

A toda esta novedad para este "nuevo empresario", que trabaja "mil horas" según dice, pero puede ayudar a su familia de padre, madre y dos hermanos, hay que sumarle la popularidad.

Hace días subió al escenario del Luna Park a dar una charla contando toda esta experiencia. El testimonio quedó grabado en un video que ya tiene 97.7 mil "me gusta". Allí le dedicaron otros calificativos favorables que no son habituales en la jerga de negocios, pero sí la de los ídolos: le escribieron "genio", "crack", "capo", "tipazo", "pequeño gigante" y "sos todo lo que está bien".

"Me crié en un barrio picante jugando partidos por la gaseosa como si fueran la final del Mundial, ni la lluvia nos metía adentro, y ahora, acá mismo nació y tenemos el taller de Fenikks: buscamos superarnos, dar oportunidades y sacarnos las estigmatizaciones de encima", dijo Tomás, el ex lateral izquierdo a quien a los 16 años un tal Lucas de Tiro Suizo le dio una patada "mágica", porque más que dolor lo convirtió en el pibe que convierte 65 tapitas de plástico en un par de canilleras.

La fábrica recicladora está emplazada en Córdoba capital, pero el taller en el que trabaja con su equipo está en su barrio natal. Tomás tiene 3 compañeros más en Córdoba, uno en Buenos Aires y otro en Chaco.

Desde 2019 en Ffenikks transforman residuos plásticos recolectados en clubes de barrio, en canilleras y "por cada par vendido, nos comprometemos a entregar otro como recompensa, en clubes en los que creamos puntos de recolección, como premio por tomar acción responsable con el medio ambiente", dijo.

En la jerga empresarial se señala a tipos como Tomás como a un "creador de un proyecto de triple impacto". Y "dícese así" (para el que no entiende de qué va a la cosa), al que incluye tres pilares en el negocio: el valor económico (búsqueda de la rentabilidad); la mirada social (inclusión y la equidad) y el resguardo ambiental, de las económicas y productivas.

Expansión y Educación

Las canilleras ya se venden por la tienda online de su Instagram en todo el país, aunque Tomi señala que "está en etapa de crecimiento tanto del equipo como de la estructura comercial". El objetivo es expandirse por Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Y además, la página cuenta con un juego online "Recicla o Game Over" en el que, si se gana, se obtiene un par de canilleras gratis.

El emprendimiento cuenta con más de 50 clubes de fútbol de barrio que funcionan como puntos de recolección para que las personas depositen las tapitas de plástico. A la labor deportiva les suman la de separación de residuos y reciclaje. Cada par de canilleras le da una vida útil a 160 gramos de residuos, poseen un diseño ergonómico para optimizar calce y comodidad y tienen color modificable y único a partir del material utilizado

"Es una posibilidad de trabajar la conciencia ambiental con los clubes. Los plásticos viajan desde estos puntos de acopio a los puntos de recepción, que se encargan de la logística, para ser transformados en canilleras", señala Tomás.

Sobre el escenario porteño Tomás confesó que sus amigos del barrio fueron los primeros que me dijeron que su idea de fabricar canilleras era buena. Y lanzó como máximas: "Más que buenas respuestas, que se encuentran en Google o con dos clicks en el teléfono, hay que buscar buenas preguntas".

Tomi dice que cuando tenia 15 años llegó a vender chatarra para hacerse unos pesos y lo que parece un modelo "virtuoso", no nació como una idea de negocio, sino que fue una solución a una necesidad, en un barrio donde su papá una tarde salió a comprarle un helado a su hermanita y en medio de un tiroteo recibió un tiro en la pierna un hecho que no frenó sus ganas de cambiar su presente y futuro, a partir de su pasado.

Y sobre ese pasado cuenta: "En un entrenamiento en Tiro Suizo un chico que vi hace poco y al que le conté el después de la patada, me rompió las canilleras y como no tenía para comprarme otras, me hice unas con un balde que había tirado en el patio de casa, lo corté con una sierra, lo moldeé con un secador de pelo de mi abuela, le adherí un diseño con fotos que hice en paint y listo: tenia unas nuevas canilleras para jugar protegido. Al siguiente partido, fui al club, las saque un poco a escondidas y todos me preguntaban: ¿dónde las compraste? Por vergüenza decía que las vendía un tío de Buenos Aires, que no existía".

Ffenikks comenzó reciclando baldes y tubos de PVC. "Pero investigamos de manera autodidacta y on line cómo reciclar más tipos de plástico y el tema del modelo de negocios fue clave, con las máquinas de reciclaje de forma semi industrial, no nos fue rentable; entonces creamos una alianza donde compramos y regalamos como recompensa por tener una acción responsable con el medio ambiente. El proyecto empodera el conocimiento con una recompensa tangible", dice Tomás, el mago de las canilleras.


Fuente: Diario La Capital 

 

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