25 de septiembre de 2017

La poesía cumple un cuarto de siglo en Rosario y está de fiesta

El encuentro internacional festeja el 25º aniversario con lecturas, invitados y ferias

Como cada año desde 1993, la poesía florece en territorio rosarino. En estos días, cuando el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR) cumple un cuarto de siglo, esa percepción se vuelve una divisa. A los cuarenta poetas que llegaron desde distintos países del mundo se sumó una comitiva de veinte millennials que participan de la primera residencia en la historia del festival.

Más de trescientos poetas de 18 a 26 años de la Argentina y de países limítrofes respondieron con diez poemas a la convocatoria del FIPR. "Es una experiencia increíble", dijo la tucumana Sofía de la Vega, una de las veinte seleccionadas. "Están hartos de la primera persona confesional", contó a LA NACION la escritora Cecilia Pavón, una de las responsables de los talleres para los poetas del futuro. Sergio Raimondi, en una clase abierta sobre poesía norteamericana que tuvo asistencia perfecta el viernes a la mañana en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Rosario, sugirió que la imagen romántica del poeta como outsider no había envejecido.

"El festival congrega a autores de distintas generaciones y trayectorias, y siempre está atento a las nuevas voces", destacó Daniel García Helder, coordinador del equipo organizador. La consigna quedó establecida desde la jornada de apertura del FIPR, en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa. Luego de la lectura del poeta Héctor Piccoli, siguió un conjunto de damas que conmovieron al auditorio. La inglesa Caroline Bird realizó una performance que esclareció las razones por las que había sido poeta oficial de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Con campera de cuero y voz rugiente, recitó varios poemas donde se entremezclaban la ternura, la energía vital y el desconsuelo. "Cuando escucho la versión al español, creo que suenan mejor que en inglés", bromeó Bird. Al final, una pléyade de fans le pidió autógrafos.

De los 41 invitados, sólo la poeta tunecina Shams Radhouani Abdi faltó a la cita. "Queríamos contar con una voz árabe", dijo García Helder. Ashley Obscura, joven canadiense de ascendencia mexicana, leyó con sensualidad poemas sobre la apatía, las redes sociales y el amor. La noche del viernes en el Fontanarrosa la cerró De Angelis, docente en una cárcel de máxima seguridad en Milán. El autor de Biografía sumaria, acompañado por el rosarino Marcelo Rizzi, emocionó a un público atento. Más tarde esa misma noche, en el bar Oui, varios asistentes tuvieron cinco minutos para leer con amplificadores y micrófono en mano. "No cabía un alfiler", graficó Juan Meneguín, el único poeta presente que había estado en la edición de 1993 del FIPR, veinticinco primaveras atrás.

El dueto de Xi Chuan, poeta laureado, profesor y traductor de Ezra Pound y Jorge Luis Borges al chino, y el poeta Santiago Venturini (que leyó las versiones de Miguel Ángel Petrecca al español) provocó un silencio reverencial en la sala del Fontanarrosa. Los poemas de Chuan los habitan motivos borgianos: puñales, tigres y pesadillas.

La edición de Bajo la Luna del libro de Xi Chuan Murciélagos al atardecer se vendió bien en la Feria de Editoriales. Cien sellos de poesía, algunos de libros artesanales como 27 Pulqui o Chapita y otros impresos como los de Baltasara, Peces de Ciudad y Lamás Médula, están presentes hasta hoy a la tarde en Rosario con promociones y novedades. El viernes a la tarde, un debate entre poetas de México, España, Chile, Bolivia, Perú y la Argentina confirmó que el flujo libertario de la poesía es global. Según dijeron, Internet, las editoriales independientes, mecenas de toda laya y los festivales salvarán a la poesía del mundo y, tal vez, al mundo con ella.

Fuente: La Nación