6 de octubre de 2021
La Virgen que le dio su nombre a Rosario
La ciudad debe su nombre y su fundación a esta advocación, venerada desde alrededor de 1525 por familias españolas y aborígenes calchaquíes convertidos y residentes en el curato Pago de los Arroyos. Nuestra Iglesia Catedral que lleva su nombre es un clásico de la ciudad.
Por arq. Ricardo F. Miranda
Instituído en 1203 por Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los dominicos, el rezo del rosario es una devoción a la Virgen María.
En el Perú, la orden de los dominicos llegó con Francisco Pizarro en 1532 y organizó el primer esfuerzo misionero. La devoción más promovida por la orden fue la del rosario. Según la leyenda, la Virgen del Rosario apareció milagrosamente en el cielo de Cusco y mantuvo a raya a un ejército inca que estaba sitiando a los españoles; la popularidad de su culto llevó al virrey del Perú a solicitar al rey Felipe IV que la declarara patrona de las armas reales.
Al Río de la Plata, los dominicos llegarán desde el norte en 1550. La devoción a la Virgen del Rosario es una de las más difundidas en América desde la conquista y colonización españolas. Su fiesta patronal se celebra el 7 de octubre, recordando aquel día de 1571 en que, con su intercesión, ejércitos cristianos vencieron a los turcos enla batalla de Lepanto.
Nuestra ciudad le debe su nombre. Su proceso de crecimiento de villa a ciudad, se desarrolló alrededor de la capilla que la cobijaba.
El curato del Pago de los Arroyos fue creado junto a otros siete, el 23 de octubre de 1730 por el Cabildo Eclesiástico de la diócesis de Buenos Aires y se extendía a orillas de Paraná desde el Río Carcarañá hacia el sur, abarcando las tierras surcadas por los arroyos Blanco, Ludueña, Saladillo, Frías, A. Seco, Pavón, A. del Medio, Ramallo y Las Hermanas. Su límite oeste lo constituía la provincia de Córdoba.
Esas tierras pertenecían al Capitán Luis Romero de Pineda, vecino de Santa Fe, hijo, nieto y bisnieto de conquistadores, quien las había obtenido por merced real en 1689.
La primer capilla fue la de la estancia La Concepción, de Domingo Gómez Recio, nieto de Romero de Pineda. Es la de esta capilla la primer imagen que se veneró en el Pago de los Arroyos: la de la Virgen de la Concepción.
Con la creación del Curato del Pago de los Arroyos en el año 1730, con parroquia en la fabricada por Domingo Gómez Recio, fue nombrado como párroco el Maestro Ambrosio de Alzugaray, bisnieto de Romero de Pineda, a quien con anterioridad se le había ordenado entregar a la Capilla de los Arroyos la imagen, los ornamentos y demás alhajas de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario desalojada de una reducción del Salado.
En 1773, a pedido del nuevo cura párroco, Francisco de Cossio y Therán, llegó de Cádiz la imagen que desde ese momento y hasta hoy se venera. Costó la hechura de ochenta pesos fuertes, llegó de Buenos Aires por tierra y fue colocada en el altar mayor el día 3 de mayo.
Es una imagen de culto, de vestir, de madera de sándalo, con la cara y las manos policromadas, de 43 cm de altura, con pelo natural. Tenía al llegar traje de satén blanco-marfil, con bordados de oro, manto imperial de color azul con puntilla y encajes y mantilla de encaje blanco y corona de plata. Sostiene en sus brazos al Niño, que estaba coronado con ráfagas de plata.
En la capilla construída en el solar donado por el Capitán Santiago Montenegro, el mismo que hoy ocupa la actual Basílica Menor Catedral Metropolitana, tanto la imagen que perteneciera a la reducción, como la venida de Cádiz tuvieron sucesivamente su sitio en el altar mayor.
En el año 1823 Estanislao López, jefe del gobierno provincial, le concedió al Rosario el nombre de Ilustre y Fiel Villa, reconociendo solemnemente por Patrona a Nuestra Señora del Rosario. Ratificó con este título la tradición de atribuirle la milagrosa salvación de la población de una grave epidemia, de un gran malón y de una prolongada sequía.
Luego de dos obras de ampliación de la capilla, debidas a los arquitectos Timoteo Guillon primero y Juan Bautista Arnaldi después, la Virgen fue instalada en un pequeño altar de la sacristía, y era frecuente en esa época que visitara las casas de los vecinos que la requerían en casos de enfermedades. El altar mayor lo ocupaba una réplica de mayores dimensiones.
En 1925, con proyecto de los arquitectos José Gerbino y Leopoldo Schwartz, se construyó la Cripta bajo la cúpula, en coincidencia con el crucero, y a ella se la trasladó definitivamente. El altar donde se aloja la imagen se ejecutó con maderas del país, predominando el naranjo, en una mezcla de estilos barroco e incaico.
En 1941, con motivo de su Coronación Pontificia, y en una demostración de la devoción que generación tras generación la feligresía siempre le profesó, se realizó una colecta de oro, perlas y piedras preciosas para confeccionar la nueva corona, las ráfagas de orfebrería de la aureola y el basamento. La Sub Comisión de Recepción de Alhajas y Valores para la corona de la Santísima Virgen del Rosario, presidida por Amalia Carlés, se encargó de recibir las donaciones de oro y piedras preciosas de la feligresía. El proyecto correspondió al arq. José A. Micheletti, que presidía la Sub Comisión de Proyecto y ejecución artística de la corona y del altar monumental y quien diseñó también el altar donde se la coronó, en la hoy llamada Plaza de la Coronación, entre las calles 1° de mayo, Córdoba, Av. Belgrano y Rioja. La corona y la aureola fueron ejecutadas por el joyero Carlos U. Perret. Ambos, arquitecto y joyero, de reconocida trayectoria local. En su basamento están inscriptos los nombres de quienes intervinieron en su confección. La Sub Comisión de Ornamentación y Adorno de la Sagrada Imagen, presidida por Fidela del Sel de Terán fue la responsable de las vestiduras, confeccionadas por las Reverendas Hermanas del Buen Pastor. Las andas y la peana se ejecutaron en los talleres del Colegio San José de los padres Salesianos. El pelo natural también fue donado por damas rosarinas. Se hizo un himno para la ocasión, con letra de Sara Montes de Oca de Cárdenas y música de Luis Ortiz de Guinea.
Toda la organización de la coronación fue ordenada por una Comisión Central Ejecutiva y diferentes subcomisiones. Además de las ya mencionadas, estaban la Sub Comisión de Invitaciones, Recepción y Alojamiento Huéspedes Ilustres. La de Sesiones de Estudio, la de Hacienda, la de Liturgia, la de Procesiones y Concentraciones, la de la organización artística de Actos Públicos, la de de Alojamiento, la de Música Sagrada, la de Tráfico, Ferrocarriles y Ómnibus, la de Publicidad y Propaganda, la de la exposición de arte religioso retrospectivo, la de Sanidad, la de homenaje al Excelentísimo Sr. vicepresidente en ejercicio del Poder Ejecutivo, y la de la Semana de la Flor, presidida por María Rosa Puig.
En 1974, la corona fue robada. La feligresía rosarina volvió a juntar fondos para restituírsela, y en 1980 fue nuevamente coronada. La ejecutó Alberto G. Perret, hijo de quien confeccionara la primera.
En 1954 el Papa Pio XII nombró a la Virgen del Rosario, Celestial Patrona de la Ciudad y Diócesis de Rosario. El 7 de octubre, su día, es también el de la ciudad de Rosario.
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